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sábado, 29 de marzo de 2014

EEUU TEME QUE SE ACERQUE A 90 MUERTOS POR DERRUMBE DE WASHINGTON

                 
 Las autoridades de Estados Unidos admitieron hoy que cabe esperar "lo peor" una semana después del desprendimiento de tierras ocurrido el sábado en una zona rural del estado de Washington (costa oeste), por lo que se teme que el balance final de víctimas se acerque a las 90 ahora dadas por desaparecidas.
Así lo reconoció el director ejecutivo del condado de Snohomish, Gary Haakenson, en la última rueda de prensa del viernes, a pocas horas de que se cumpla una semana de la que ya se considera la peor catástrofe natural del estado de Washington en el último siglo.
Para esta comparecencia se había anunciado que se informaría de un "aumento sustancial" del número de víctimas mortales, pero las autoridades lo mantuvieron en 25 porque el proceso de identificación que llevan a cabo los forenses se ve ralentizado por las duras condiciones en las que se hace la recuperación de los cadáveres.
"Queremos mantener la esperanza, pero creo que en un momento determinado tendremos que esperar lo peor", indicó Haakenson.
Los únicos cinco supervivientes hallados hasta el momento, que se encuentran en situación grave en un hospital local, fueron rescatados el sábado pasado en las primeras horas tras la catástrofe y desde entonces no se ha encontrado ningún signo de vida.
Por eso, a medida que transcurren las jornadas, las autoridades, equipos de rescate, familiares y vecinos pierden la esperanza de hallar a alguien más con vida, de manera que se teme que el número final de muertos se acerque a las 90 personas que aún se dan por desaparecidas y que muchos de los cadáveres no lleguen a recuperarse nunca.
El número de fallecidos oficial por el momento es de 26, con 17 cadáveres recuperados, entre ellos el de un niño de cuatro años, y el resto sólo localizados.
La lluvia y el viento dificultaron hoy un día más las tareas de búsqueda en la amalgama de casas destrozadas, árboles y lodo en que el desprendimiento del sábado convirtió la zona.
"Las condiciones meteorológicas no nos favorecen hoy", explicó el jefe del Cuerpo de Bomberos del Condado Snohomish, Travis Hots, en la rueda de prensa de la mañana.
Hots precisó que los vientos serían de unos 32 kilómetros por hora en el área durante la jornada y que, debido a la lluvia que no cesa, los geólogos evalúan constantemente el riesgo de nuevos desprendimientos de tierra.
Esas condiciones también dificultan la estimación del balance de víctimas, aunque las autoridades trabajan sobre la base de que unas 180 personas vivían en la zona sepultada el sábado por una avalancha de tierra y lodo en el pequeño pueblo de Oso,a 60 kilómetros al noroeste de Seattle, uno de los principales centros urbanos del país.
El lunes, en menos de 24 horas, la cifra oficial de muertos pasó de 8 a 14 y la de desaparecidos de 18 a 108 y, poco después, a 176.
Las autoridades redujeron el miércoles el número de desaparecidos casi a la mitad, aunque admiten que desconocen la situación de otras 35 personas, de las que aún no se sabe si estaban en Oso en el momento de la catástrofe.
El Servicio Meteorológico Nacional indicó hoy que la inundación en la zona continuará hasta que el nuevo canal que va abriendo el río sea suficientemente profundo como para drenar el lago que se ha formado.
En los días posteriores al derrumbe han salido a luz numerosos documentos, estudios geológicos y comunicaciones gubernamentales que muestran, según los medios locales, que tanto los habitantes de la zona como las autoridades conocían el riesgo de un deslizamiento de tierra.
David Montgomery, un geólogo de la Universidad de Washington (Seattle), recordó hoy que en 2006 ocurrió un desprendimiento de tierras de envergadura en ese mismo lugar, e indicó que la orografía de la región está conformada por "estructuras con arcilla en la base y sedimentos de tierra floja y arena hacia la altura".
"El agua de las lluvias se filtra en las estructuras y cuando llega a la base arcillosa no tiene dónde ir más que hacia los lados, desplazando masas y creando depósitos fluidos", explicó, según recogen los medios locales.
Sólo la mitad de las 49 casas destrozadas estaban habitadas de manera permanente, puesto que la población de Oso es variable, uno de los factores que alimentaban en un principio las esperanzas de las autoridades en que la cifra de reportados como desaparecidos incluyera a personas que no estaban en la zona en el momento del suceso.
La avalancha de lodo que aplastó las viviendas de esta pequeña zona rural no pudo llegar en peor momento, ya que se produjo el sábado por la mañana, cuando la mayoría de los residentes estaban en sus hogares y no en el trabajo o en las escuelas, como habría ocurrido en un día laborable.