Unos 30 submarinistas de la Guardia Civil y de Salvamento Marítimo han iniciado en la mañana de este viernes la entrada en el interior del pecio del pesquero gallego Santa Ana, que naufragó el lunes en la isla de Erbosa, frente al cabo de Peñas, en Asturias. Buscam los seis marineros desaparecidos y que se cree que pueden hallarse en los camarotes del barco, a más de 20 metros bajo la superficie del mar. En el siniestro perecieron dos tripulantes y solo uno fue rescatado con vida.
La inspección y avance de los submarinistas en el interior del arrastrero gallego será lento, advirtieron los responsables de la operación, y no hay fecha para la conclusión. “Tardaremos los que haya que tardar. Cinco días o diez. No lo sabemos. Y no nos pidan rapidez porque ésa no es la forma trabajar”, dijo el capitán del grupo de actividades subacuáticas de la Guardia Civil, Carlos Martínez.
La entrada en la embarcación esta mañana se decidió una vez que en la tarde de este jueves se logró garantizar la estabilidad del barco. Guardia Civil y Salvamento Marítimo ofrecerán una rueda de prensa para comunicar el resultado del trabajo realizado a lo largo de la mañana a las 15.00 de este viernes.
El intento de entrada se va a ejecutar de forma simultánea por dos vías, en previsión de que se pueda fracasar en una de ellas. Los submarinistas de la Guardia Civil se sumergirán 25 metros para penetrar al pecio por una puerta y, a partir de ese punto, el equipo ascenderá 10 metros por pasillos hasta la zona del barco en la que podrán acceder a las comunicaciones interiores que les llevará, descendiendo de nuevo, hasta los camarotes, situados en la zona de popa y, por lo tanto a mayor profundidad.
La Guardia Civil alertó de que esta operación será necesariamente lenta por las enormes dificultades de la operación. “Es como entrar en una casa que está al revés, con todos los objetos derribados y además flotando. Ayer abrimos la puerta por la que vamos a entrar y se nos vino encima un armario. Por lo tanto, tendremos que ir avanzando a la vez que vamos limpiando y retirando lo que encontremos por pasillos y escaleras”, explicó el capitán del GEAS.
Ambas operaciones (un equipo intentará llegar a los camarotes desde proa y otro desde popa) se harán a la vez para ganar tiempo, pero los dos equipos ya explicaron a las familias que no pueden pedir prisa ni celeridad. La prioridad es preservar la seguridad de los 30 submarinistas.
Esta fue la razón por la que la entrada en el barco se demoró durante tres días.
El Santa Ana, de 30 metros de eslora, y en posición vertical bajo el nivel del mar, sobre el que apenas sobresale una pequeña zona de la proa, quedó asentado ayer, por fin, con la popa encajada en una grieta del fondo marino.
Tras la rotura de la estacha con la que se intentó mover el barco en una primera operación en la mañana del miércoles, los submarinistas lograron ayer por la tarde enganchar la proa del barco hundido con una cadena de gran resistencia a la popa de un remolcador de altura. Esta embarcación de Salvamento Marítimo forzó máquinas para llevar la cadena al máximo de resistencia y forzar su fractura y verificar que el Santa Ana, sometido a esa tensión máxima, se mantenía estabilizado. El barco aguantó, tras encajar en una grieta de los fondos marinos, y eso fue la “luz verde” para intentar hoy el asalto al interior, en la seguridad de que, aun cuando se produzcan embates del mar sobre el casco del barco, éste no se convierta en una trampa para los submarinistas,
Los seis tripulantes desaparecidos son los gallegos Manuel Indalecio Mayo Brea (cocinero) y Lucas José Mayo Abeijón (marinero), ambos de Muros (A Coruña); el asturiano Marcos del Agua Chacón (alumno en prácticas, de 28 años, natural de Oviedo y estudiante de segundo curso del módulo de grado medio de Pesca y Transporte Marítimo); el contramaestre portugués Víctor José Farinhas Braga y los indonesios Suherman (mecánico) y Wasito (marinero). Los dos fallecidos, cuyos cadáveres fueron rescatados a las seis de la mañana del lunes son Francisco Gomes Fragateiro, de nacionalidad portuguesa, y Manuel Indalecio Mayo Brea, de Muros (A Coruña). El único superviviente es el técnico de pesca Manuel Simal Sande, vecino de Abelleira, en Muros (A Coruña).