Los equipo de rescate que trabajan en la zona afectada por los
deslizamientos de tierra en el estado de Washington hablan ya de 24
muertos, mientras que la cifra oficial, ofrecida por uno de los responsables de los servicios de Bomberos en el condado de Snohomish, Travis Hots, se mantendría en 16, tras recuperar otros dos cuerpos.
De esta forma, aunque la información no es oficial, en las próximas
horas podría confirmarse el aumento de las víctimas mortales con estos
otros ocho cuerpos que habrían sido hallados por los equipo de rescate.
Por su parte, el director de Emergencias del Condado de Snohomish,
John Pennington, ha asegurado que las personas que vivían en la pequeña
aldea que ha sido destruida por completo tras el deslizamiento de tierra
ya sabían que existía un "alto riesgo" de que se produjese un suceso como el que tuvo lugar el pasado sábado.
Pennington ha reconocido que las posibilidades de encontrar supervivientes son pequeñas,
pero asegura que se mantienen todos los esfuerzos posibles en las
operaciones de rescate. El número de desaparecidos se mantenía en 176,
según los últimos datos facilitados por las autoridades.
Por su parte, Hots había admitido sólo unas horas antes de que "es
una posibilidad" que, conforme pasen las horas, el número de fallecidos
aumente, a pesar de que las propias autoridades dudan de la fiabilidad
de la lista de desaparecidos.
"Vamos a hacer todo lo que podamos para recuperar a todas las
personas", ha subrayado Hots, en una comparecencia ante los medios en la
que también ha reconocido que algunos cuerpos podrían quedar sepultados
para siempre entre las toneladas de tierra.
Los trabajos se centran en los "vacíos" donde podría haber suficiente espacio y aire para
que una persona sobreviviese durante tres días. Los equipos de búsqueda
han utilizado este martes una tecnología capaz de localizar señales de
tecnología móvil.
"Va a ser una acción muy a largo plazo. Será algo que lleve semanas",
ha declarado Hots, según la cadena NBC News. A la complicada tarea se
ha sumado también el mal tiempo, con la lluvia amenazando con provocar
nuevos corrimientos de tierra.