El fuego comenzó en torno a las 11:30 horas, cuando dos operarios de una empresa de reformas se encontraban ultimando los trabajos de aislamiento de la vivienda del cuarto F, situado en la última planta del bloque de 28 viviendas del número 88 del paseo del Cauce, situado junto a la vía férrea, el Esgueva y la calle La Salud. «Estábamos poniendo unas planchas de pladur, habíamos extendido la cola por la pared y ha debido producirse un cortocircuito, que ha provocado una chispa y nos ha dado un fogonazo tremendo al comenzar a arder la cola», relataban durante las labores de extinción los operarios, que no pudieron cortar el avance inmediato de las llamas y que, al menos, lograron salir ilesos del domicilio. «Hemos tenido que irnos corriendo y hemos ido avisando y sacando de sus casas a todos los vecinos que estaban en el bloque», añadieron los obreros.
Los residentes que se encontraban en sus viviendas en ese instante –una treintena– pudieron salir también ilesos a pesar de que muchos de ellos, sobre todo los inquilinos de la última planta, se toparon con «una humareda negra muy densa» que nos les permitía «ver absolutamente nada» al abrir su puerta.
Los agentes de la Policía Municipal, que fueron los primeros en llegar al lugar de los hechos, ayudaron también a los últimos vecinos de los pisos superiores a salir de sus casas. Uno de los residentes, incluso, optó por la peor opción ante este tipo de siniestros, como fue «montarse en el ascensor cuando estaba lleno de humo». Tuvo suerte y pudo salir por su propio pie de la caja del elevador. Los propios agentes y los bomberos recordaron después la importancia de salir por las escaleras, y evitar los ascensores, durante un incendio. Esta vez, por fortuna, nadie resultó herido.
«Todos estamos bien»
Los efectivos del Servicio de Extinción de Incendios, eso sí,
emplearon más de una hora en controlar y sofocar las llamas. Para ello
tuvieron que acceder a la vivienda por una ventana a través de la escala
y desde el pasillo interior. «Había muchísimo humo y nos costó llegar a
la puerta porque estaba al final de un largo pasillo –cada planta tiene
siete pisos–», explicó después el responsable del dispositivo, quien
aclaró que las llamas destruyeron por completo la vivienda del cuarto F.Dentro del domicilio, de unos ochenta metros cuadrados, los muebles apilados en una de las estancias ardieron como una tea y la acumulación de material inflamable hizo que las llamas se propagaran con rapidez por el resto de las habitaciones. La humareda hizo el resto y provocó los daños más cuantiosos en dos viviendas de la cuarta planta. Tanto la familia que reside en el cuarto F –una madre y un hijo menor de edad– como presumiblemente la pareja que ocupa la casa de al lado –separada por un estrecho patio de luces– tendrán que pasar algunos días fuera de sus domicilios. Una tercera vivienda también sufrió graves desperfectos al dejarse la puerta abierta su inquilina durante el desalojo.
El resto de los vecinos pudieron regresar ayer a sus casas, si bien el resto de las viviendas del cuarto piso y las zonas comunes también sufrieron daños más que visibles como consecuencia del humo. El inmueble, en principio, no sufrió daños estructurales a la espera de que los técnicos revisen a fondo esta última planta. «Es una auténtica pena tanto por las casas más afectadas como por las zonas comunes, ya que habíamos reformado todo el edificio hace apenas dos años», lamentaron los vecinos después de examinar el bloque.
Los vecinos, una vez que los bomberos ventilaron y dieron por extinguido el incendio, pudieron regresar a sus casas a la una de la tarde. Los efectivos del Servicio de Extinción tuvieron que acceder antes a dos de las viviendas utilizando la escala para comprobar que, como así fue, no había nadie dentro. «Al menos estamos todos bien», concluyeron las víctimas.