El cometa ISON, bautizado como "el cometa del siglo", pasará rozando el Sol
dentro de tres días, una aproximación que si no acaba con él permitirá a
los científicos realizar, casi por primera vez y con gran detalle, el
seguimiento completo de la vida de un cometa desde su descubrimiento. C/2012
S1 (ISON), visto por primera vez en septiembre de 2012 por astrónomos
rusos, es un cometa especial que procede de la nube de Oort, una burbuja
que rodea todo el Sistema Solar y que, se cree, está formada por los
restos de la nebulosa que dio lugar al Sol y los planetas hace 4.600
millones de años.
Nada más descubrirse, ISON
destacó por su enorme brillo -considerando la gran distancia que le
separaba del Sol- y, desde entonces, astrónomos de todo el mundo esperan
divididos que el cometa pase su primera prueba de fuego: el paso por el
perihelio, que será el momento en que estará más cerca del Sol.
José
Luis Ortiz, investigador del Instituto de Astrofísica de Andalucía
(IAA), participa en una campaña de observación de ISON. La mayoría de
los cometas son pequeños cuerpos sólidos helados que sufren cambios
dramáticos según se acercan al Sol y sube la temperatura: los hielos que
albergan en su interior se calientan, subliman (evaporan) y liberan
polvo que reflejan la luz solar y que da lugar a la mancha difusa que
envuelve al núcleo (coma) y la cola.
Pero además, "igual que le
está pasando a ISON en las últimas semanas", los cometas registran
episodios puntuales de violenta actividad en los que su brillo se
intensifica súbitamente. "No se conocen bien los mecanismos que causan
estos estallidos de actividad pero en la mayoría de los casos se
producen cuando al acercarse al Sol los hielos que albergan en su
interior reciben el calor del Sol y se evaporan bruscamente", explica
Ortiz.
En el caso de ISON, lo más probable es que "el eje de
rotación de este cometa haya estado alineado con el Sol, con lo que
siempre recibía la luz solar sobre el mismo hemisferio, pero ahora, al
moverse en la órbita y cambiar su orientación, el cometa recibe luz
donde antes no llegaba y sublima hielos ocultos", puntualiza.
En su viaje hacia el perihelio, que tendrá lugar en tres días, el
cometa estará a 2,7 radios solares (1,8 millones de kilómetros) del Sol y
alcanzará temperaturas de unos 5.000 grados, entonces podrán ocurrir
dos cosas: que el calor provoque en ISON un intenso periodo de actividad
que aumentará considerablemente su brillo, o que, simplemente, lo
desintegre.
En ese momento, ISON estará tan cerca del Sol que
sólo se podrá ver con telescopios equipados con coronógrafos (filtros
que tapan el disco solar y permiten ver lo que hay en las cercanías del
astro) y que están colocados en satélites específicos, pero "en Tierra
tendremos que esperar unos días después para verlo al amanecer".
Por
ahora, los científicos observan el viaje kamikaze de ISON "divididos al
50% entre los que piensan que no superará la prueba y los sí". Aunque
finalmente ISON no ha resultado tan luminoso como se predijo, sigue
siendo "único" porque si sobrevive será prácticamente la primera vez que
se observe la actividad de un cometa desde su descubrimiento.
ISON
"será un aliciente más para mirar al cielo, porque estará a la vista de
todos, incluso en diciembre y enero será observable a simple vista
durante gran parte de la noche", concluye.