La Policía Judicial informa a la familia del vecino de Reinosa de que "casi al 100%" se trata de la misma persona, aunque será la prueba de ADN la que lo confirme.
Aunque habrá que esperar al resultado de las pruebas de ADN, la Policía Judicial da por hecho que el cadáver encontrado el sábado en la península de La Lastra, en el pantano del Ebro, es el del vecino de 74 años desaparecido en Reinosa el pasado mes de junio.Los vestigios hallados en torno al cuerpo sin vida, muy deteriorado debido al tiempo transcurrido, así lo revelan. La ropa que yacía junto a los restos se corresponde con la que vestía Manuel Jiménez aquella mañana del pasado 17 de junio, cuando salió de su casa para dar su paseo rutinario entre la capital de Campoo y Matamorosa y no regresó. Pero, además, los agentes de la Guardia Civil que se desplazaron a la zona, alertados por un hombre que se topó con el hallazgo cuando paseaba por La Lastra, rescataron un llavero que colgaba de la trabilla del pantalón, que, como luego se demostró, pertenecía al desaparecido.
La Policía Judicial de Torrelavega, que realizó el atestado, trasladó el mismo sábado a la familia del desaparecido las «altas probabilidades» de que se tratara de la misma persona. Los agentes pidieron a la esposa de Manuel Jiménez que detallara la ropa que vestía cuando desapareció, una descripción que coincidió plenamente con las prendas encontradas en el cadáver de La Lastra, según informó a este periódico la portavoz de la familia Nerea Cachorro. También identificó el llavero, pero para más seguridad los agentes hicieron la prueba de abrir las puertas del portal y de la vivienda, y resultó positiva.
Con estos indicios, la Guardia Civil cree que los restos hallados en La Lastra se corresponden con el desaparecido. Aun así serán los resultados de la prueba de ADNlos que determinarán sin ningún género de dudas si se trata de la misma persona. La Policía Judicial aseguró a la familia que esos análisis, que se realizan en Madrid, tardarán entre uno y tres meses, «quince días con mucha suerte», por lo que el cadáver no será entregado a sus deudos hasta que se disponga de resultados concluyentes.
No obstante, los expertos intentarán obtener las huellas dactilares del cadáver, ya que una de las últimas cosas en desaparecer tras la muerte son los surcos de las yemas de los dedos, a decir de los profesionales. Pero la Policía Judicial es pesimista, y considera que será «prácticamente imposible» obtener esa información. Está pendiente también el resultado de la autopsia realizada al cuerpo sin vida, un estudio que podría determinar las causas de la muerte.
El cadáver se encontraba en tierra, al sur de la península, en una zona seca, oculta por matorrales y espinos, y poco transitada por los paseantes que frecuentan este espacio. El ganadero que explota las parcelas en régimen de arriendo, David Sáinz Díaz, nunca observó nada extraño. «Ha sido pura casualidad», esbozaba a este periódico horas después del hallazgo. Tras la desaparición, la familia de Manuel Jiménez empapeló las calles de Reinosa con su fotografía, y la Guardia Civil lo buscó durante varios días por la zona.