La Confederación Hidrográfica hace hueco en la presa de Mequinenza para evitar los efectos de la crecida en Cataluña.
La nueva crecida del Ebro que
comenzó el pasado lunes y que ha vuelto a inundar miles de hectáreas en
el tramo medio, especialmente entre Navarra y la porción aragonesa de
este río, todavía no ha remitido y el caudal sigue subiendo a su paso por Logroño.
A primera hora de la mañana de este
miércoles, el Ebro superaba los cuatro metros de altura a su paso por la
capital riojana y pasaba de los seis metros y medio aguas abajo, en
Castejón (Navarra), donde el río pasa con un caudal de 1.637 metros
cúbicos por segundo.
En el tramo aragonés, ayer martes
empezaron a sentirse los efectos de esta nueva crecida, después de la
que tuvo lugar hace un par de semanas y que inundó más de 8.000
hectáreas. Cuando muchos campos seguían cubiertos de agua, la nueva
riada ha vuelto a empantanar campos de cultivo en términos municipales
situados entre el límite con Navarra y la capital aragonesa. En Novillas
el agua ha vuelto a cubrir unas 800 hectáreas agrícolas.
A Zaragoza ciudad llegará la crecida este jueves, y sus efectos empezarán a sentirse a partir de entonces en la ribera baja del Ebro a su paso por Aragón.
Mientras tanto, la Confederación Hidrográfica del Ebro lleva más de una semana desembalsando la presa de Mequinenza (Zaragoza), que actúa como contención de las crecidas del Ebro en su tramo catalán.
Tras la riada de hace quince días, el
gran embalse de Mequinenza llegó a estar al 95,66% de su capacidad.
Desde entonces, en previsión de que pudieran producirse nuevas crecidas
que tuvieran que ser amortiguadas por este embalse para que no llegaran
con efectos dañidos al tramo catalán del Ebro, la CHE empezó a aliviar
esta presa. A primera hora de este miércoles Mequinenza estaba al 85% de
su capacidad.