Los integrantes de la expedición de Carlos Soria, el alpinista de 76
años que ha estado durante una semana atrapado en el campo base del
Annapurna, pudieron volar ayer a Katmandú tras una
semana de espera. Soria prevé viajar el lunes a España pero dos de sus
compañeros, el médico Carlos Martínez y Luis Miguel López, se quedarán en la capital nepalí para colaborar con Bomberos sin Fronteras y la Fundación Madrazo.
Soria decidió abandonar su intento de ascender el Annapurna, de 8.091
metros, después de casi dos meses de mal tiempo, acumulación de nieve y
avalanchas. El terremoto les sorprendió el día que habían previsto que
un helicóptero los recogiera para transportarlos a Katmandú por lo que
han tenido que esperar una semana para poder salir del Annapurna puesto
que los medios aéreos, lógicamente, se han centrado en operaciones de
rescate de personas heridas.
También los alpinistas catalanes
Núria Picas y Ferran Latorre han abandonado a pie el campo base avanzado
del Makalu, situado a 5.680 metros, y ayer llegaron al campo base,
conocido como Hillary Camp, a 4.800 metros. La pareja también abandonó
sus planes de ir a la cumbre y han manifestado que se ofrecerán para
ayudar en lo que puedan. Latorre pide donativos para la fundación
Mountaineers for Himalayas, "que cubre las necesidades más básicas de
los más pequeños: comida, agua y techo".
También el corredor
de montaña Kilian Jornet, junto con los alpinistas Jordi Corominas y
Jordi Tosas y el guía de montaña y cámara francés Seb Montaz,
aterrizaron el martes en Katmandú con la intención de colaborar en
tareas humanitarias, tras descartar dirigirse al Everest, por la
vertiente china, para probar un ascenso exprés.
Muchas de las
decenas de expediciones que esta temporada se habían instalado en los
campos base nepalí y chino del Everest con el objetivo de coronar el
techo del mundo han abierto cuentas para recaudar fondos destinados a la
reconstrucción de las infraestructuras dañadas y a ayudar a las
familias damnificadas. Este es el caso de Himalayan Experience, la
compañía con base en Londres del veterano Russell Brice, de la Benegas
Brothers Expeditions, de EE.UU., que centrará sus trabajos humanitarios
en la zona del Makalu, o de International Mountain Guides, cuyos
miembros ya están operando en Phortse, donde viven muchos de los sherpas
de su equipo. Aunque la mayoría de expediciones anunciaron que daban
por concluida la temporada del Everest (8.848 metros), las autoridades
de Nepal han animado a los escaladores extranjeros a seguir en la
montaña, al contrario que el Gobierno de China que ha ordenado cerrar el
Everest.
La Federación Internacional de Escalada y Montañismo
ha lanzado una campaña para recaudar fondos a través de cuatro
organizaciones: la británica Community Action Nepal, fundada por Doug
Scott, el primer británico que ascendido el Everest, en 1975; Alex Lowe
Charitable Foundation, de Montana (EE.UU.), en la que colabora el
alpinista Conrad Anker; el Italian Alpine Club, y el German Alpine Club.
En España, la Federación Española de Deportes de Montaña (Fedme) hace
un llamamiento en su página web para donar también a la citada
Mountaineers for Himalayas, con sedes en Donostia y en Andorra.
De las 19 personas sepultadas por el terremoto de hace una semana en el
campo base del Everest, la mayoría, 14, eran sherpas, las personas que
hacen posible que cada año centenares de personas cumplan su suelo de
escalar las cimas más altas del planeta. Por eso son muchos los
alpinistas que quieren devolver a los sherpas su impagable ayuda a
través de oenegés que trabajan en remotas comunidades nepalíes, entre
las cuales están Namlo International, creada por la primera española que
coronó un ochomil (Cho Oyu), Magda Nos; la fundación del fallecido
Iñaki Ochoa de Olza SOS Himalaya, o el Himalayan Trust, fundada en 1960
por Edmund Hillary, la primera persona que junto con Tenzing Norway
conquistó en 1953 el Everest. Esta última opera en Solokhumbu, la región
sherpa donde se alza el Everest.