La nave permanecía descontrolada en el espacio desde su lanzamiento fallido, el pasado 28 de abril. Llevaba casi tres toneladas de suministros que iban dirigidos a la ISS. El fallo en la operación de lanzamiento, probablemente debido a un problema en la separación de la tercera etapa del cohete Soyuz que lo puso en órbita, pero aún sin confirmar por los expertos, impidió el despliegue correcto de varias antenas de la nave, lo que imposibilitó tanto la aproximación automática a la ISS para engancharse allí como la debida comunicación con el centro de control en Tierra.
Horas después del percance la nave, estaba indebidamente en rotación sobre sí misma (cumpliendo un giro completo cada cinco segundos) y, tras múltiples intentos de los expertos rusos para recobrar el control de la nave, se dio por perdida.