El Gobierno estudia ampliar el toque de queda después de tres días
de encierro, en los que se descubrieron 92 cadáveres y 56 pacientes
confirmados
Sierra Leona podría ampliar la cuarentena de tres
días que terminaba ayer por la tarde en todo el país, ya que el número
de enfermos y muertos por ébola
no ha hecho más que aumentar y quedan todavía zonas por controlar. El
esfuerzo titánico que ha llevado a cabo el Gobierno, a través de 30.000
voluntarios divididos en grupos de cuatro personas, ha tenido un saldo
aterrador: se detectaron 92 cadáveres que presentaban indicios de la
fiebre hemorrágica y hay 56 nuevos casos positivos según los análisis de
laboratorio, aunque quedan 36 personas que están esperando el
resultado.
La cuarentena impuesta en Sierra Leona terminaba
en la tarde de ayer, pero «hay una posibilidad muy importante de que se
amplíe», según explicaba el director del Centro de Operaciones de
Emergencia, Stephen Gaojia. El COE es el organismo encargado de
coordinar la respuesta contra la epidemia de ébola.
Gaojia realizó estas declaraciones a la agencia
Reuters tras mantener una reunión con el presidente sierraleonés, Ernest
Bai Koroma. «Aunque el ejercicio [cuarentena] ha sido un éxito rotundo
hasta ahora, no ha culminado en áreas metropolitanas de Freetown y
Kenema», añadió, y hay que recordar que Kenema está en la zona cero de
la enfermedad, y se encuentra ubicado uno de los hospitales centrales
del país para la dolencia.
La cuarentena incluía una orden dirigida a los
seis millones de habitantes del país para que permaneciesen en sus casas
mientras equipos de voluntarios realizaban una campaña de información y
prevención -repartían jabón, por ejemplo-. También se buscaba aislar a
los enfermos y recoger los cadáveres. Durante los tres días que duró la
primera parte de la operación, los servicios de emergencia recibieron
123 llamadas de personas que temían estar contagiadas (56 lo estaban, 36
aún no lo descartan y el resto dieron negativo).
Sin embargo, algunos observadores independientes
dudaban de la eficacia de la campaña y de la calidad del mensaje que
llevaban estos voluntarios. Para la organización Human Rights Watch,
esta operación parece más una «campaña publicitaria que una intervención
sanitaria», según Joe Amon, su director para cuestiones de salud y
derechos humanos, para quien el confinamiento no es la buena solución.