Los tres incendios registrados ayer sábado en los
municipios colindantes de Cualedro y Monterrei llevaron el fuego hasta
los montes de Vilar de Perdices, del vecino Portugal, después de una
avance que llegó a originar un frente de llamas de nueve kilómetros,
según fuentes del servicio público de extinción.
Tres incendios simultáneos elevaron el nivel de
alerta de nuevo en la provincia de Ourense, azotada por los incendios
forestales. Uno de los fuegos supera ya las 1.100 hectáreas de monte
quemado mientras que el otro foco ha convertido a cenizas cerca de 450
hectáreas, según los datos manejados por incendios 085. El otro fuego,
el más pequeño, se dio por controlado esta madrugada a las 5.22 y arrasó
con unas 20 hectáreas de terreno. Entre los tres fuegos, 1.570
hectáreas, lo que equivale a más de 3.000 campos de fútbol con las
dimensiones de Riazor. A estas mediciones habrá que añadir las
superficies quemadas en los últimos cinco días en varios incendios
registrados en los montes de otros pueblos de la misma zona como Lucenza
y Saceda.
El fuego se extendió merced del fuerte viento
imperante, en todas direcciones, hasta amenazar las viviendas de los
pueblos de Carzoá, San Martiño, San Millán (en el municipio de Cualedro)
y Sandín; y Flariz y Medeiros (en el municipio colindante Monterrei),
lo que obligó a mantener el nivel 1 de alerta decretado por la Xunta.
Un tercer fuego comenzó alrededor de las 17.00
horas cerca de una pista en los montes de A Pedrosa (Monterrei), que se
extendió hacia A Xironda, y San Millán, A Madenela y el luso monte de
Vilar de Perdices, entre otras localidades, según vecinos de la zona.
Desalojo de animales
La cercanía de las llamas a varias viviendas
sacaron a los vecinos de sus casas para luchar contra el fuego con
medios domésticos como mangueras y cubos.
Entre Carzoá y San Martiño, igual que entre otros
pueblos afectados, el acceso por carretera estuvo cortado mientras el
fuego y el humo cruzada de una cuneta a la contraria y tras el paso del
fuego, los vecinos pudieron regresar ya por la noche, a sus casas con
boca y nariz cubiertos con pañuelos para respirar.
En Medeiros, Javier Fernández Alonso junto con
los 200 vecinos que tiene el pueblo durante el verano (el doble que el
resto del año), estuvo en el grupo que evitó la llegada del fuego al
depósito de propano del colegio público y que desalojó más de cien
ovejas de una granja, mientras su propietario luchaba contra las llamas
en el cercano pueblo de Saceda, donde salvó los rollos de hierba que
tenía almacenados.
Según los bomberos del parque de Verín, al inicio
de los fuegos tuvieron que intervenir en dos granjas, una de terneros y
otra de gallinas, para evitar que las llamas las destruyesen, además de
una leñera construida con bloques a la entrada del pueblo de San
Millán.
En el también cercano Sandín, varios vecinos de
los cien que viven en el pueblo durante el verano, explicaron a Europa
Press que ardió todo menos las personas y las casas. Al respecto,
detallaron que el fuego afectó a viñedos, jardines, prados y bosques de
robles, plantaciones de pinos de pocos años en un avance muy rápido «en
forma de ola de fuego».
En A Xironda, el viento cambió de dirección
durante la tarde y expandió las llamas en varios frentes, unos hacia el
incendio originado en Cualedro, otros hacia los montes de Videferre y
hacia los del vecino Portugal, tras arrasar la maleza que cubría parte
del castro de San Millán y bosques autóctonos que lo rodeaban.
Durante la noche, el color negro dominante sólo
quedó roto por la luz de las de las llamas que permanecieron vivas en
algunos troncos de castaños en pie y en árboles derrumbados por la
fuerza del viento y del fuego.
Efectivos de la UME
Durante la tarde helicópteros con base en Toén,
Queimadelos y Laza, entre otros, participaron en los trabajos de
extinción junto con bomberos de Verín y brigadas que fueron llegando de
toda la provincia de Ourense y de toda Galicia, a lo largo de la noche.
Alrededor de las 21.00 horas se les sumó un
convoy de la Unidad Militar de Emergencias que repartió más de cien
efectivos, llegados de Marín y León, por el pueblo de San Martiño y los
puntos de fuego activos en los montes próximos.
La luz del amanecer dejó a la vista las
consecuencias del fuego de toda la noche con viñedos, huertas de
verduras y árboles frutales quemados en el camino a Sandín, parcelas de
hierba segadas y algunas sin segar quemadas, al tiempo que una espesa
capa gris de humo pesaba sobre los bosques quemados, aplastada contra el
suelo por el aire aún frío de la noche, en la que las temperaturas
bajaron hasta los 5 grados centígrados, después de llegar a los 30
durante el día.
Por su parte, los efectivos de la UME y las
brigadas de refuerzo se repartieron por todos los cruces de pistas y
carreteras para vigilar de cerca los focos de fuego aún activos, por si
la llegada de nuevo del calor, los reactiva.