El nombre de Pedro García-Mauricio Soldevilla, escultor sevillano de 36
años, aparecía hace ahora un año reseñado en algunos periódicos
chilenos. El artista formado en la escuela Della Robbia, de Gelves, es
el autor de la escultura del misionero Antonio Ronchi que el municipio
de Aysén, en la Patagonia, inauguró el 28 de enero de 2014. Un año
después, él y su hermano Javier -perito agrícola de 34 años, que también
ha trabajado para el gobierno chileno en la zona, construyendo
invernaderos que resistan a la adversa climatología- son noticia porque
están entre los nueve desaparecidos en el naufragio de una embarcación
en el río Urubamba, en Perú. El siniestro se produjo a las 23:00 del
sábado, 17 de enero, hace hoy cinco días, durante una tormenta. Seis
pasajeros pudieron salvarse en ese momento y el cadáver de otro
ciudadano peruano fue recuperado miércoles.
Al cierre de
esta edición, la familia de Pedro y Javier no tenían noticias nuevas del
Ministerio de Exteriores, que les alertó del suceso el miércoles 21,
cuando se confirmó que los dos españoles en la embarcación y de los que
hablaron los supervivientes son los hermanos García-Mauricio. Según
Natalia Soldevilla, su madre, Pedro había estado en los últimos meses en
Bolivia y Javier, colaborando con una ONG, en un proyecto de
ecoturismo, cerca de Lima. Se habían reunido cerca de Cuzco, para
realizar este viaje por el cauce del Urubamba, uno de los grandes ríos
de Perú, que bordea el Machu Picchu y se adentra en la selva amazónica.
Es
un cauce peligroso, por sus crecidas, en las que se arrastran muchos
materiales. Sólo se permite a las "lanchonas" como en la que viajaban
Pedro y Javier navegar entre las 6:00 y las 18:00, cuando la visibilidad
ayuda a sortearlos. En el momento del suceso, la embarcación estaba
amarrada en una población llamada Santa Elena, en la provincia de
Atalaya, que pertenece al Departamento de Ucayali, en el centro-este de
Perú y en zona de selva. Pero, según los datos que tiene la familia
-Pedro y Javier son los mayores, pero tienen otras dos hermanas- la
fuerte tormenta y la avenida de agua hizo que se soltara y quedó a la
deriva, hasta que volcó. En la cubierta había un tractor y maderas, que
pudieron hacer que la nave, Chacalito, en la que viajaban 16 personas
entre pasajeros y tripulación, se desequilibrara. Entre los pasajeros
había tres niños y un bebé, que están desaparecidos. Casi todos dormían
en ese momento en camarotes. Pero, teniendo en cuenta que hay
supervivientes, la familia no pierde la esperanza de que los dos jóvenes
pudieran llegar a la orilla. Están en buena forma y acostumbrados a la
aventura. Antes de trasladarse a Sudamérica, Pedro estuvo dos años en
Sudáfrica, con comunidades indígenas, donde ayudó a construir, entre
otras cosas, un dispensario. La familia pide que la búsqueda no cese,
aunque la climatología lo está complicando. Según su madre, que ahora
vive en Mairena del Aljarafe aunque la familia ha crecido en Triana y
Los Remedios, unos amigos se iban a desplazar a Atalaya desde Lima.
Las
tareas se reanudaron ayer a las 5:00 hora local, las 11:00 en España, y
en ellas estaban participando la Policía y la Marina de Guerra peruana.
Dos lanchas recorren el río desde la localidad de Atalaya, aunque la
corriente, la turbidez del agua y las ramas que arrastra han impedido
que los buzos puedan explorar el interior del barco, según informó a Efe
el comandante de la Capitanía fluvial de Pucallpa. También estaban
intentado darle la vuelta. Se intentó el miércoles, pero el terreno
fangoso tras varios días de lluvia no lo permitió y, según ha explicado
Pedro, el padre de los desaparecidos, en la zona no hay medios
suficientes. Fuentes del Consulado de España en Lima informaron a Efe de
que están en contacto con las autoridades. La embarcación estaba
destinada al transporte de mercancías, según figura en el registro, pero
recogía pasajeros durante su trayecto.
En agosto pasado, otro
sevillano, Víctor García Montes, de 43 años, desapareció en el naufragio
de una embarcación en Indonesia, durante una tormenta. Días después,
perdía la vida en un lugar remoto de ese país, en la isla de Flores, la
vecina de Dos Hermanas Ana María Gata, de 43 años, cuando sufrió un
neumotórax practicando submarinismo.