En estos momentos se está realizando el levantamiento del cadáver
que ha sido encontrado esta mañana por el cuidador de la isla de
Zuhatza
El cuerpo sin vida de Aitor, el navegante que hace una semana
desapareció en aguas del pantano de Ullibarri-Gamboa, podría haber
aparecido esta mañana. La Ertzaintza no puede confirma aún que cadáver
hallado al norte de la isla de Zuhatza, la misma zona en la que se lleva
una semana de búsqueda infructuosa, sea el del conocido hostelero
vitoriano de 40 años, pero pocas más explicaciones pueden darse.
El hallazgo se ha producido a las 09,00 horas junto al albergue
juvenil de la citada isla, minutos antes de que se pusiera en marcha el
dispositivo de búsqueda que llevaba intentando dar con él desde hace una
semana, cuando se produjo el accidente. Según las mismas fuentes han
sido los gases que emanan del cuerpo una vez que empieza a descomponerse
los que han elevado el cadáver a la superficie. El cuerpo será
trasladado al Instituto Anatómico Forense de Vitoria para determinar
cuál fue la causa de la muerte.
UNA BRUSCA MANIOBRA
El accidente ocurrió hace haroa una semana. El barco zarpó con tres
tripulantes a bordo; el patrón del barco, su hija y el desaparecido. Los
tres partieron del Club Náutico de Vitoria para disfrutar de una
apacible tarde de verano. Sinembargo, a eso de las 18.30 se desató una
fuerte tormenta que hizo zozobrar la embarcación en una zona conocida
como 'La Vaqueria'. Justo en el lado contrario a la presa. Una compleja
maniobra de navegación hizo que Aitor, que no era un experto tripulante,
cayera al agua. De forma inexplicable el chaleco salvavidas que llevaba
puesto no se infló, pese a ser prácticamente nuevo -se compró en mayo- y
de última generación. De hecho, tiene un diseño similar al de los
aviones, y es capaz de detectar cuando quien lo lleva puesto se ha caído
al agua para inflarse de forma automática como un “airbag”.
Tras la caída el timonel, el experimentado patrón, emprendió
rápidamente la maniobra de rescate y volvió al punto exacto del suceso
mientras la hija del patron mantenía contacto visual con el accidentado
desde la popa, incluso le hablaba mientras comprobaba sus dificultades
para mantenerse a flote. Cuando el barco llegó al lugar del accidente un
par de minutos después de la caída, no quedaba ni rastro del hombre.
La primera voz de alarma fue dada por los socorristas del puesto de
Landa, que avisaron de forma inmediata a los servicios de emergencia,
que acudieron con buzos y un helicóptero para localizar a la víctima.
Durante toda la semana buzos de la Ertzaintza, Bomberos de Vitoria y de
la diputación de Álava, junto con voluntarios y la ayuda puntual de un
helicóptero han tratado de encontrar, sin éxito, el cuerpo del
tripulante desaparecido. El patrón y amigo que acompañaba a la víctima
en el velero en el momento de la caída “no ha faltado ni un segundo
durante la búsqueda”.
AGUAS PELIGROSAS
Hacía 5 años que los pantanos alaveses no registraban ningún
incidente de estas características. El último incidente ocurrió a
finales del mes de julio de 2009, cuando un nadador de 40 años
permaneció desaparecido varios días después de que la corriente del
pantano alejara la lancha hinchable en la que navegaba junto a su novia.
El cansancio y el comportamiento imprevisible de las aguas provocaron
que se hundiera. Su cadaver fue localizado varios días después por los
efectivos de la Ertzaintza.
El accidente más grave ocurrió, casualmente, cerca del área donde
desapareció el hostelero vitoriano. El 25 de julio de 1958, año en el
que se inauguró el pantano, ocho jóvenes murieron ahogados. La tragedia
tuvo impacto nacional. El pequeño bote en el que navegaban nueve
adolescentes volcó como consecuencia de una imprevista tormenta de
verano y solo uno de ellos logró sobrevivir. Hoy en día un monolito de
piedra sigue recordando aquella tragedia.
Estos no son casos aislados. Desde que el agua llenó el pantano de
Ullibarri-Gamboa, en 1958, 74 personas -sin tener en cuenta suicidios-
han perdido la vida en él. Este dato da buena cuenta de lo traicioneras
que pueden resultar las aguas del pantano, unas aguas en la que los
expertos recomiendan extremar las precauciones; “El pantano es igual de
peligroso que el mar, aunque para muchos bañistas sea como una piscina”.