Islandia levanta las restricciones al tráfico aéreo porque el riesgo ya es mínimo
«Se inició una erupción volcánica justo después de medianoche», indicó ayer Protección Civil islandesa en un comunicado. Europa contuvo el aire:
el volcán Bardarbunga sigue vivo y amenazando. Reikiavik cerró el
espacio aéreo sobre el volcán y elevó el nivel de alerta a «rojo», el
máximo riesgo para sobrevolar el volcán. A mitad de la jornada de ayer,
sin embargo, el Instituto Meteorológico que vigila la actividad del
Bardarbunga volvió a bajarlo a «naranja» porque las cenizas expulsadas no suponen un peligro para el tráfico aéreo.
La erupción que no se situó en el cráter del volcán sino más al norte, fue «accidental» según ha indicado el geofísico Magnus Tumi Gudmundsson
en la televisión pública Ruv, pero ha sido consecuencia de la actividad
interior del volcán. Protección Civil completó la información en
Twitter indicando que la fisura provocada por la erupción «tiene 900
metros de largo y se encuentra a 5 kilómetros del glaciar», bajo el que
se encuentra el Bardarbunga. «La sacudida sísmica debido a la erupción
es débil, lo que indica una erupción efusiva sin actividad explosiva
significativa», agregó la nota.
En una «erupción efusiva» el volcán expulsa lava, pero la
mayor parte se queda en la superficie del volcán. En una «erupción
explosiva», se emiten cenizas.
Tras más de un siglo de sueño, el volcán situado bajo el Vatnajökull
-el glaciar más extenso de Islandia- despertó el 16 de agosto
provocando cientos de sismos (el martes el mayor de ellos de 5,7 grados
Richter). Se ha evacuado el área norte del Vatnajökull, cerrado carreteras próximas y sacando a los turistas,
como una medida preventiva ante una hipotética erupción. La Comisión
Europea (CE) ha calmado los ánimos: «El objetivo es garantizar que si
hay una nueva erupción, todos los preparativos estén listos para hacer
frente a la situación, para que las interrupciones de tráfico sean
mínimas», indicó la portavoz de Transporte de la CE, Helen Kearns.
La alarma generalizada tiene su precedente en otro volcán islandés: el Eyjafjallajökull,
que paralizó el tráfico aéreo europeo durante varias semanas en 2010 al
extenderse la nube de ceniza por todo el continente. Lo mismo, pero a
menor escala, sucedió un año después con la erupción del Grimsvotn, el volcán más activo de Islandia,
aunque en este último caso solo hubo restricciones parciales en
Islandia, Reino Unido, Alemania y Escandinavia. La ceniza del
Eyjafjallajokull provocó el mayor cierre del espacio aéreo vivido en
Europa en tiempos de paz, con la cancelación de más de 20.000 vuelos en
un mes y ocho millones de pasajeros bloqueados.
A la primera erupción del Eyjafjallajökull el 20 de marzo
de 2010 a ocho kilómetros del cráter, le siguió una nueva el 14 de
abril, esta vez en el cráter superior y en el centro del glaciar lo que
causó su deshielo y las consecuentes inundaciones provocando la
evacuación de más de 800 personas.
Nube tóxica de cenizas La erupción del Eyjafjallajökull fue de naturaleza explosiva y arrojó ceniza volcánica hacia la atmósfera a varios kilómetros de altura, expandiéndose luego por un área de miles de kilómetros cuadrados. La nube tóxica obligó a que el 15 de abril de aquel año se interrumpiera el tráfico aéreo en el noroeste de Europa, así como el cierre de aeropuertos y del espacio aéreo sobre la mayor parte del norte y centro. El 20 de abril se abrió nuevamente el espacio aéreo de la mayor parte de Europa.