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miércoles, 9 de abril de 2014

MAS DE 400 EVACUADOS POR DESBORDE DEL RIO LUJÁN - ARGENTINA

Evacuados, voladuras de techos, caída de árboles y cortes de energía eléctrica fueron las consecuencias padecidas en diversos partidos de la provincia de Buenos Aires como consecuencia del fuerte temporal que se registró ayer a la madrugada. Pero la peor parte se la llevó, una vez más, la ciudad de Luján.
El desborde del río homónimo, que superó los cuatro metros de altura, obligó a más de 400 personas a evacuarse debido al rápido anegamiento de sus barrios. Pero la situación no fue sorpresiva para los habitantes, que ya están acostumbrados a que, tras una tormenta fuerte, el agua llegue hasta sus viviendas.
Sólo dos meses atrás, Eduardo Gómez perdió todo en su casa del barrio El Quinto. Y ayer temprano, otra vez, volvió a ver cómo el río amarronado se coló entre sus pertenencias. "Uno se cansa de estas cosas. Y los funcionarios no hacen nada. Vienen, barren la mugre al costado del río y listo", dijo el hombre, de 57 años. A sus espaldas, uno de sus gansos nadaba como si nada en el patio de su vivienda. Sergio González, vecino de enfrente, se acercó a saludar. Y contó, resignado: "Estamos en vigilia sin dormir toda la noche". Otra mujer, desde una planta alta, preguntó a los gritos: "¿Baja o sube?". La preocupación por la posibilidad de que el río continuara creciendo estaba latente.
Parte de las pertenencias de Gómez estaban desperdigadas en este barrio, a dos cuadras de la Basílica, que esta vez no sufrió las consecuencias directas de la inundación. Los roperos permanecieron resguardados en la casa de enfrente, en tanto que algunos electrodomésticos fueron puestos a salvo en el hogar del vecino.
A las cuatro de la mañana, Emiliano Contreras, de 30 años, recibió una llamada con malas noticias. Su casa, ubicada en el barrio Padre Varela, estaba bajo el agua. El joven se fue de la vivienda de su novia desesperado, pero cuando llegó a su vecindario ya nada podía hacer. Sólo ayudó a unas diez familias que se autoevacuaron. Pudo recorrer los últimos 200 metros a caballo, pero cuando llegó el panorama dentro de la vivienda era desolador. "Todo perdido", se lamentó.
Las calles y veredas del barrio Padre Varela formaban parte del río Luján. Eran todo lo mismo. No se distinguía dónde comenzaba el cauce, tampoco se vislumbraba cuál era el límite entre las casas y los caminos. Algunas viviendas, incluso, parecían emerger de entre el líquido, como islas.
Claudia González, que trabaja en una fábrica, estaba rodeada. Aunque su hogar aún estaba seco -al menos hasta el mediodía de ayer-, la mujer sólo veía agua a su alrededor. "Tipo 3 nos avisó un vecino que el agua estaba en la esquina. Cuando nos quisimos dar cuenta, ya estaba en la puerta de casa." Sin perder tiempo, González, su marido y su hijo de 15 años, Brian, pasaron la noche resguardando los objetos de valor. La familia temía que el agua afectara la pequeña niña de un año y medio que fue intervenida quirúrgicamente por un problema en el corazón.
En el humilde barrio San Fermín, a metros del Acceso Oeste, el intrépido río Luján se transformó en una "pileta recreativa". Al menos una decena de chicos se bañaba en las sucias aguas. Los mayores, en tanto, repetían la misma queja de los vecinos anegados en el resto de la ciudad. "¡Nadie nos vino a ayudar!", exclamaba Carlos Andrada. Ante el avance del agua, el hombre llevó a su mujer e hija, de ocho meses, a otro lugar para que se resguardaran.
A media mañana, el cielo gris y cubierto dejó su lugar a un día completamente despejado. El sol era esa pizca de energía que necesitaban los vecinos de Luján para sobrellevar la impiadosa inundación. Una más. Sin embargo, los ánimos continuaban alertas, nerviosos. Aunque ya no llovía, el río continuaba saliendo de su cauce. Temprano, lo hacía a razón de 10 centímetros cada hora. Pasadas las 15, a sólo 2 cada 60 minutos, según confirmaron a LA NACION desde el cuartel de bomberos de la zona. Se estimaba que el río podía llegar a los 4,30, como pico máximo, a las 21.
En Luján, la inundación obligó a "trasladar" la terminal de ómnibus, de micros de media y larga distancia a ocho cuadras de su ubicación. Otros distritos bonaerenses afectados por el temporal fueron Carmen de Areco, San Pedro -donde granizó-, General Arenales, Saladillo, Salto, San Isidro, San Fernando, Ezeiza, Lomas de Zamora, Avellaneda y Coronel Brandsen.