Un día después y a apenas tres kilómetros de distancia, el
Desfiladero de la Hermida ha vuelto a registrar otro desprendimiento de
piedras sobre la carretera nacional. En esta ocasión las rocas caídas
fueron más pequeñas y, de hecho, el suceso pasó casi desapercibido entre
las autoridades que analizan las causas y dan las explicaciones del
suceso del lunes. Fue, quizás, menos llamativo que aquel, pero esta vez
las piedras esparcidas por la calzada causaron un accidente de tráfico
que se saldó con daños materiales.
Ocurrió sobre las 7.30 de ayer, cuando los obreros todavía
no habían llegado al punto en el que están trabajando desde que el
lunes, sobre las 13.15 horas, se registrara el desprendimiento en el
kilómetro 159 de la N-621, entre los municipios de Peñarrubia y
Cillorigo de Liébana. Uno de los técnicos que se dirigía hasta este
punto fue el primer testigo del segundo cuando, al pasar con su coche,
vio las piedras tiradas en el kilómetro 162,700, doscientos metros más
allá del Balneario de La Hermida. Se apeó de su vehículo y se dispuso a
señalizar la zona afectada, pero otro coche que se aproximaba al lugar
procedente de Potes no pudo frenar a tiempo. Pasó por encima de los
trozos de roca y acabó con el motor roto (destrozó el cárter). No
ocurrió nada más. Y eso que varios metros de quitamiedos en esta zona
acabaron «cortados como a cuchillo», según testigos, por los pedruscos
desprendidos de la montaña.
Aparte de este nuevo incidente, en la zona afectada por el
del lunes, cuando llegaron a caer 150 toneladas de roca, durante todo el
día de ayer continuaron trabajando los operarios de la empresa Malla
Talud, trepando hasta las cimas, palpando las paredes y marcando
aquellos puntos con riesgo de desprenderse. Localizadas las piedras
sueltas, fueron tirándolas ladera abajo de manera controlada, marcando
los tiempos para, a pie de carretera, ir programando cortes
intermitentes en el tráfico. Estos trabajos se mantendrán a lo largo de
toda esta semana, ya que se va a realizar una «inspección exhaustiva de
todo el Desfiladero y un estudio de las piedras en movimiento que puedan
tener riesgo de desprendimiento», explicaron a última hora de ayer
fuentes de la Delegación del Gobierno. Y todo se hará a mano, empujando
cantos, ya que de momento se descartan las voladuras.
«Trepan como las cabras»
Testigos de estos trabajos destacaron la agilidad de los
operarios de Malla Talud: «Escalan como las cabras de La Hermida». En
tierra firme, controlaban la operación numerosos técnicos y responsables
de la UTE Puentes y Calzadas y Alvac, encargada del mantenimiento de la
vía, funcionarios de la Demarcación de Carreteras, alcaldes de Liébana y
algunos curiosos.
Mientras esto sucedía in situ, en Santander, el delegado
del Gobierno en Cantabria, Samuel Ruiz, advertía de que estos
desprendimientos «son prácticamente imposibles de evitar, y los propios
habitantes de Liébana son conscientes de ello». Ya se han colocado
pantallas, «hay ocho kilómetros colocados en todo el Desfiladero»,
indicó, y el lunes las rocas pasaron por encima. Así que, lo que queda,
es garantizar una rápida respuesta de la Guardia Civil, del 112 y de los
operarios de conservación de carreteras con el argayo ya consumado,
mientras se espera que en los próximos días el Ministerio de Fomento
adjudique el esperado proyecto de mejora de la N-621 sacado a
licitación.
El alcalde de Peñarrubia, Secundino Caso, opina lo mismo:
«Esto es lo que hay, ha caído una piedra enorme, suerte que no pasaban
coches, porque es imposible contenerla». Cree, como su homólogo de
Cillorigo, Jesús Cuevas, que es «el momento que emprender el proyecto de
mejora, que es el que va a traer las medidas que se necesitan».
Ruiz puso un gráfico ejemplo: «la roca cayó desde 600
metros de altura, la más grande pesaba 15 toneladas. Es como un trailer
cayendo por la montaña. Imagínense el tipo de pantalla que habría que
poner para frenarlo».
Dijo que Fomento ha invertido 2,1 millones de euros en la
colocación de elementos de seguridad, entre otros las aludidas
pantallas, que se mostraron ineficaces ante un desprendimiento como el
del lunes, en el que la inercia de las piedras se llevó por delante una
de las pantallas situadas a mitad de ladera y luego una segunda, pegada a
la carretera, una 'malla dinámica' que sirve para amortiguar la fuerza
de los impactos. Aguantó bien la primera tanda de piedras, pero algunas
pasaron por encima y acabaron en la carretera o en el río. Dijo Ruiz que
lo mismo ocurrió en otro desprendimiento registrado el año pasado, que
afectó a un autobús.