Tras el desbordamiento del río Bernesga a su paso por la
capital leonesa que inundó durante el pasado miércoles todo el paseo
fluvial, durante el día de ayer el caudal se redujo considerablemente
hasta los 108 metros cúbicos por segundo, al límite de la alerta de
referencia de la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD), pero nada
que ver con los 304 metros cúbicos que se llegaron a registrar el pasado
miércoles.
A pesar de que la situación se va normalizando la resaca
del desbordamiento de los cauces de los ríos por las lluvias de los
últimos días en el oeste de la Cuenca del Duero mantenía cortadas a la
circulación a seis carreteras de la provincia de León. En concreto, la
circulación está interrumpida en la LE-321 a la altura de Lugueros, la
LE-5705 en Villaselán, la LE-5512 en Santiago del Molinillo, la LE-4619
en Garrafe de Torío, la LE-5513 en Rioseco de Tapia y la LE-4519 en San
Feliz de Torío.
La Dirección General de Tráfico (DGT) también recoge que la
circulación estaba condicionada por el agua en la calzada de la LE-114
de la provincia de León, en la localidad de La Nora del Río.
La preocupación se traslada al Órbigo
Asimismo, las crecidas de una decena de ríos de la
provincia aguas abajo mantienen en alerta a toda la provincia de León.
La CHD y Protección Civil hacen destacar que mientras la normalidad
llega a la cuenca del Bernesga, la mayor alerta se traslada ahora al río
Órbigo que en localidades como Cebrones del Río arrastra un caudal de
380 metros cúbicos y que llega a los 565,14 en la vecina localidad
zamorana de Manganeses, lo que mantiene a la provincia de Zamora en
máxima alerta.
El río Esla también marcha crecido al igual que el Tera,
todos hacia la provincia zamorana por lo que, como es habitual en estas
situaciones, podría haber desbordamientos en las inmediaciones de la
localidad de Benavente, donde confluyen varias de estas vías fluviales.
Limpieza y arreglo de desperfectos
Por otra parte, desde primera hora de la mañana del jueves
las brigadas de limpieza del Ayuntamiento de León y de la empresa
Acciona comenzaron a limpiar el paseo del río inundado el día anterior.
Así, los operarios se afanaban en limpiar las pasarelas peatonales de La
Condesa y la estación de autobuses que quedaron prácticamente
sepultadas por la madera y basura que arrastraba la fuerte corriente.
Así, como el numeroso barro con el que se anegó todo el paseo, que tuvo
que ser cortado al paso peatonal.