El cuerpo sin vida de Esteban Landa Rebolledo, el vecino de
Ojáiz (Santander) de 62 años que había faltado de su casa el domingo 8
de septiembre, apareció ayer por la mañana en la playa de Gerra (San
Vicente de la Barquera), depositado por la marea en la zona alta del
arenal. Su hallazgo rompe definitivamente las esperanzas de su familia
de encontrarlo con vida y, a la vez, confirma una de las teorías del
dispositivo de búsqueda que se desarrolló a lo largo de la semana pasada
en las costas de Cueto: que el hombre que se cayó al mar en la zona del
Panteón del Inglés pudiera ser esta persona, sobre todo por la
coincidencia de las fechas entre la denuncia de su desaparición y el
accidente del que dio cuenta un testigo el lunes, día 9. Responsables
del dispositivo dan por hecho que el cadáver ha llegado a Gerra tras
emprender un infrecuente viaje al Oeste arrastrado por unas corrientes
contrarias a las del Golfo, que sólo son habituales a principios de
otoño o de primavera.
Fue sobre las nueve de la mañana de ayer cuando dos
personas que paseaban por esta playa de San Vicente distinguieron a lo
lejos un cuerpo tendido en la arena. No quisieron acercarse a comprobar
qué era exactamente lo que habían visto, y decidieron avisar a los
operarios de Mare que estaban limpiando el arenal. Fueron éstos los que
llamaron a la Guardia Civil al comprobar que, en efecto, se trataba del
cadáver de un hombre, que estaba vestido y con signos de llevar varios
días ahogado.
Hasta San Vicente de la Barquera se desplazaron efectivos
de la unidad orgánica de la Policía Judicial de la Guardia Civil, con
base en Santander, que se hicieron cargo de la investigación y, después,
el cuerpo fue trasladado hasta el hospital Valdecilla, donde hoy,
jueves, se le realizará la autopsia.
Huella dactilar
Ayer mismo, expertos de la Policía Científica analizaron
las huellas dactilares de este cadáver y, al cotejarlas con las del DNI
de Esteban Landa, resultaron coincidentes, según confirmaron a este
periódico fuentes de la familia Landa.
La posibilidad de que Esteban Landa pudiera ser el
accidentado en Cueto estuvo desde el principio en la mente de los
efectivos de rescate que participaron a lo largo de la pasada semana en
una intensa búsqueda llevada a cabo por aire y por mar, aunque los
familiares del desaparecido también se aferraron a la opción de que
pudiera estar vivo y que el de Cueto fuera otra persona, sobre todo
después de que la Guardia Civil encontrara por la zona unas botas que no
eran suyas. Incluso solicitaron una batida con perros de rastreo
después de llevar varios días sin tener noticias suyas y difundieron la
noticia de la desaparición en las redes sociales, obteniendo el apoyo de
cientos de personas. Pero ayer, la Policía Científica dio la fatal
noticia a un hermano de Esteban: «Lo han encontrado, han cotejado una
huella dactilar con la del DNI de mi hermano y es él», dijo desolado a
este periódico.
Dispositivo de búsqueda
A la vez, la noticia del hallazgo de un cadáver en San
Vicente de la Barquera -cuando aún estaba sin identificar- llegó a los
responsables del operativo de búsqueda desarrollado en la costa de
Santander, que ocupó a unos cuarenta efectivos durante seis jornadas,
desde que el lunes, 9 de septiembre, por la noche un pescador alertara
al 112 de que había escuchado los gritos de auxilio de «un hombre mayor»
en el mar, a la altura del Panteón del Inglés. Hasta este pasado
sábado, día 14, se mantuvo activo este dispositivo y, aunque el rastreo
se centró en la costa que va desde La Maruca hasta el faro de Cabo
Mayor, las embarcaciones y los helicópteros del 112 y de Salvamento
Marítimo extendieron el área de búsqueda bastante más allá a medida que
pasaron los días, llegando hasta Suances hacia el Oeste y a Langre al
Este. «Contábamos con la posibilidad de que el cuerpo pudiera ser
arrastrado hacia el Oeste», comentó ayer a este periódico el director de
Salvamento Marítimo, Julián Camus, que explicó que, según su
experiencia, aunque «lo normal» hubiera sido que la corriente del Golfo
llevara el cadáver en dirección a Las Landas (Francia), sobre todo si
hubiera llegado hasta alta mar, en momentos muy concretos del año «se
registran unos remolinos» que invierten esta tendencia, circunstancia
que se registra a principios de primavera y de otoño. «Si hubiera sido
junio o julio yo hubiera dicho que no, que es imposible. Pero en esta
época es perfectamente factible, no me ha extrañado la noticia del
hallazgo en ese punto», comentó.
Se descarta, también, que el viento tuviera algo que ver en
este desplazamiento. «Ha soplado poco nordeste, y el cuerpo no llegó a
salir a flote. Estaría entre dos aguas, y en ese estado el viento no
influye en la dirección que pudiera llevar», comentó.
Aunque aún quedan abiertas otras posibilidades, todo indica
que la naturaleza acabó despejando las incógnitas de dos historias que
se desarrollaron de manera paralela.