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domingo, 20 de diciembre de 2015

SE MOVILIZA EL EJERCITO PARA LUCHAR CONTRA 30 INCENDIOS DE CANTABRIA

El Gobierno regional ha activado el Plan de Incendios ante la posibilidad de que la situación continúe durante este domingo

Efectivos de la Unidad Militar de Emergencia (UME) se ha unido a la lucha contra el fuego en Cantabria desde este sábado. A lo largo de la noche se han incorporado a los efectivos de extinción cincuenta militares, y durante la mañana del domingo está previsto que acudan a la región 47 más, con autobombas y camiones nodriza.
El viento sur, el calor y la sequía que arrastra la comunidad autónoma desde hace semanas fueron la combinación perfecta para que este sabado se desatara una treintena de incendios en diversas comarcas de Cantabria que desbordaron a los servicios de extinción del 112. Según el Gobierno regional, la previsión para las próximas horas «no es demasiado halagüeña» por la continuidad de las condiciones meteorológicas. Por este motivo, el Ejecutivo ha decidido activar el Plan Especial de Protección Civil de la Comunidad Autónoma en materia de incendios forestales (Infocant). El UME llegó a las cinco de la mañana y ha instalado su base en Ruente.
Una de las zonas más afectada fue el valle de Luena, y especialmente el pueblo de Resconorio (91 habitantes), en el que las llamas devoraron el paraje de ‘La Cuesta’, una zona de monte bajo y maleza en el que hace unos años había un pinar que también fue destruido por el fuego.
 Escenarios similares se vivieron en Cabuérniga, donde en algunos momentos llegaron a convivir hasta 12 focos distintos. Localidades como Carmona, Ruente, Renedo, Los Tojos, Fresneda, Ucieda, Barcenillas, La Miña o Correpoco vieron durante gran parte de la jornada el humo saliendo de sus bosques. Y en Herrerías, el valle de Iguña (los alrededores de San Román del Moroso y los montes Rodil y Bustantigua), la zona de Solares, la comarca de Liébana... La lista se iba incrementando a medida que pasaban los minutos. «Lo peor es que la mayoría todavía no están controlados», decía a última hora de ayer uno de los empleados de las cuadrillas.
 «He llegado a las 16.00 horas y me he encontrado con esto, pero parece ser que el incendio comenzó a media mañana», explicó el presidente de la Junta Vecinal de Resconorio, Alfredo Martínez, especialmente preocupado por la posibilidad de que las llamas, de varios metros de altura, llegaran hasta una zona repleta de cabañas de ganado y donde también se encuentran varias viviendas. Hasta el lugar se trasladaron las brigadas forestales, que se encargaron de crear cortafuegos para, precisamente, evitar que el peligro llegara hasta los edificios. Las fuertes rachas de viento y la carencia de depósitos de agua impidieron la intervención del helicóptero y de los bomberos del Gobierno regional, una situación muy similar a la que ya se vivió el viernes en otro fuego en San Miguel de Luena.
Según explican los vecinos, la situación parecía controlada al mediodía, pero a partir de las 17.00 horas el viento volvió a arreciar y volvieron a vivirse momentos de tensión. Ya sin luz natural, los efectivos de la Dirección General de Montes siguieron trabajando en una zona de difícil acceso, con apenas pistas forestales para desplazarse y con un gran desnivel que dificultó las labores de extinción. Desde la casa de su hermano Jesús, situada en la plaza del pueblo, Aurora Martínez podía ver «a lo lejos el resplandor del fuego», aunque a última hora de ayer se mostraba segura de que las llamas no llegarían al núcleo urbano. Ella, que aunque vive en Santander vuelve todos los fines de semana al pueblo, se queja de que «ya no hacen ni cortafuegos».
La cronología de los acontecimientos fue muy similar en el valle de Cabuérniga. Si bien la mayoría de los focos se desataron durante la mañana, no hubo grandes problemas hasta alrededor de las 17.00 horas, el momento en el que se registraron las rachas más altas y las temperaturas más elevadas. «Son muy peligrosos y en algunos casos han llegado a estar cerca de las viviendas, como ocurrió este mediodía en Correpoco. Si no es por las dos motobombas para llevar algo de agua, la cosa habría sido mucho peor», decía ayer uno de los guardas forestales que se esforzaba en la extinción.
Fuegos «muy graves» que se ensañaron con zonas de bosque repoblado, especialmente de pino. En Cabuérniga eran seis personas de Montes y tres cuadrillas, pero no contaban con más ayuda que esas dos motobombas para refrescar los 12 pueblos afectados. «No tenemos personal. Nosotros no podemos hacer más», se lamentaba el trabajador.
Pero Cantabria no fue la única comunidad autónoma que sufrió este viernes las llamas. En Asturias se contabilizaron otros tantos fuegos, y lo mismo ocurrió en Vizcaya y Guipúzcoa, donde llegaron hasta la capital. El riesgo de incendios ya había obligado a las autoridades a suspender este fin de semana distintas batidas de caza en las comarcas del Besaya, Nansa y Liébana, ya que los guardas que se encargan habitualmente de atender esta actividad habían sido destinadas a labores de control y vigilancia ante la posibilidad de fuegos.
También se registraron fuegos de diversa intensidad en lugares como Lavín (Parque de Los Collados del Asón), Las Nieves y Agüera (Guriezo), Lamedo (Cabezón de Liébana), Cóbreces (Alfoz de Lloredo), La Cavada (Riotuerto) y Lombraña (Polaciones). Prácticamente ninguna comarca de Cantabria se libró de las llamas.

 Viento de récord
Dejando a un lado los incendios, en el resto de localidades de Cantabria los protagonistas meteorológicos del día fueron el calor inusual para la tercera semana de diciembre y, sobre todo, el fuerte viento del sur. Las previsiones de los expertos de la Agencia Española de Meteorología (Aemet)acertaron, pero solo a medias. El sábadi tenían activada en la región la alerta amarilla por fuertes vientos, pero este aviso solo afectaba al interior de Cantabria.
 Fueron precisamente la zona del litoral y la comarca de Campoo –los únicos lugares que estaban en verde en el mapa– los que se llevaron la peor parte de este temporal. De hecho, Reinosa registró la segunda racha de viento más alta de todo el país (99 kilómetros por hora), solo detrás de los 123 de Fisterra, una habitual en las tablas de récords. Alrededor de 90 km/h se alcanzaron en Tresviso y 80 km/h en Soba y en el aeropuerto de Santander –no llegó a cancelarse ningún vuelo– y 76 en Castro Urdiales. A pesar de ello, los servicios de emergencias apenas tuvieron que realizar actuaciones. «Dos o tres intervenciones por chapas sueltas o tiestos que se cayeron de los balcones», explicó el 112 a mitad de la tarde. Por su parte, los bomberos de la capital acudieron a la calle General Dávila, en donde se desprendió parte de los azulejos de la fachada del quinto piso de un edificio, algo «común» en este tipo de situaciones.
 Que haga viento, aunque asuste, está dentro de lo habitual en estas fechas. Lo que es menos normal es el calor que ayer, como en los días precedentes, se sintió en la región. Sobre todo en Cillórigo de Liébana, donde los termómetros ascendieron a los 24,1 grados, o San Vicente de la Barquera, Castro Urdiales y Ramales de la Victoria, que rozaron los 24 grados. Como consecuencia del viento, la sensación térmica fue inferior.