Un estudiante de bachillerato, Jaylen Fryberg, entró este viernes en la cafetería de un colegio del norte de
Seattle
(Washington), sacó una pistola y abrió fuego. Dejó una compañera
muerta, otros cuatro heridos –tres en estado crítico– antes de
descerrajarse él mismo un tiro mortal. Así lo confirmó este viernes el
comandante de la policía Robert Lamoreux. Los hechos ocurrieron en el
centro Marysville-Pichuck High School. Estados Unidos volvió a quedar
bajo el impacto del virus de las armas, una enfermedad aceptada
socialmente.
El autor de esta nueva tragedia es un estudiante de
primer año, de 15 años, integrante del equipo de fútbol del colegio. A
diferencia de otros pistoleros, el perfil de este joven no sería el de
una personalidad retraída. Al contrario, los que le conocen lo
definieron como una persona social, de buenas relaciones. Sin embargo,
en las últimas semanas habían detectado un cambio en su conducta.
Todo
apunta, según tuitearon algunos de sus compañeros, a que él se sintió
rechazado por la chica que le gustaba. Precisamente ella es la otra
muerta, según las últimas informaciones policiales. Austin Joyner
explicó que el pistolero entró en la cafetería con una clara
determinación. Sacó su arma y disparó por detrás a sus colegas. Tres
cayeron "como si estuvieran muertos". Algunos de los estudiantes que
iban a acceder a la cafetería –era la hora de la comida– echaron a
correr al escuchar los disparos.
En la sala se creó un auténtico
caos. La policía evacuó las instalaciones pero todo apuntaba a que no
había nadie más implicado ni herido en el tiroteo. Esta vez el caso no
fue tan sangriento como Columbine o Sandy Hook, pero la violencia volvió
a marcar una jornada escolar. Desde Sandy Hook, donde murieron 20 niños
de menos de siete años, en diciembre del 2012, ya se han producido
otros 87 tiroteos en escuelas de EE.UU. El presidente Barack Obama fue
informado de inmediato. Él es uno de los presidentes bajo cuyo mandato
se han producido más tiroteos y matanzas.