La Guardia Civil investiga si fallecieron por la inhalación de humo o por las quemaduras que les causó el fuego
Las hermanas María Luisa y María Antonia Bengoechea Castillo, de 88 y 81 años respectivamente, fallecieron ayer durante una quema controlada de rastrojo en su finca de Carriazo (Ribamontán al Mar). La Guardia Civil investigaba al cierre de esta edición si murieron a causa de la inhalación de humo o por las quemaduras que les produjo el fuego. Los vecinos de las fallecidas aseguraron que las hermanas Bengoechea Castillo hacían ese tipo de quemas «todos los años», una vez que segaban el terreno de su finca, El Bustillo, en el número 13 del barrio de San Martín Carriezo, y que hasta ayer no había habido un problema «jamás».
La quema de los restos de siega, según explicaba uno de los vecinos frente a la Iglesia de San Martín a escasos cien metros de la finca de El Bustillo–, desprendía «una auténtica mano de humo» entre las once y media y la una, pero nadie le dio excesiva importancia de hecho, la vecina de la casa de enfrente, que después acabó echando una mano con la manguera para apagar el fuego, aseguró que había visto el humo, pero no se había ni preocupado.
Fueron agentes de la Guardia Civil del puesto de Galizano (Ribamontán al Mar) los que decidieron acercarse a la finca El Bustillo –colindante con la de la presidenta de Banco Santander, Ana Botín– tras ver la humareda. Eran las tres y media aproximadamente cuando entraron en la finca para comprobar quién se estaba encargando de controlar el fuego.
Los agentes no consiguieron localizar a nadie y llamaron a la vecina de enfrente, que respondió que no sabía dónde estaban las hermanas, pero se empezó a preocupar al ver a la Guardia Civil y al darse cuenta de que podía ser que nadie estuviera controlando la quema, muy cercana a su casa y la finca de su hermano, al que llamó de inmediato.
«A las tres de la tarde bajaba del trabajo y me crucé con la Guardia Civil», explicaba él horas más tarde, recordando la sucesión de hechos. «Había una gran humareda, pero tampoco le hice mucho caso. Cuando llegué a casa me llamó mi hermana –la vecina de enfrente– y me dijo: ‘Sube que el fuego se está corriendo a la zona tuya de los caballos’. Así que fui para allá a la carrera. Vi la humareda, las llamas, a mi cuñado y a mi hermana con la manguera intentando apagar el fuego desde su casa, y a la Guardia Civil poniendo la sirena de vez en cuando para ver si abrían la puerta las señoras, pero nadie contestaba».
Según este vecino, entre todos consiguieron bajar un poco la intensidad del fuego, pero seguía saliendo humo y la Guardia Civil decidió pedir apoyo al Ayuntamiento de Ribamontán al Mar, que se ofreció a mandar un camión cisterna para atajar definitivamente el incendio. «Cuando llegaron los del Ayuntamiento me marché a mi casa. Pero mi hermana me volvió a llamar para decirme que habían encontrado algo. Salí corriendo de casa y allí estaban las dos hermanas, una a cuarenta metros de otra. Se las encontró uno de los chavales del Ayuntamiento cuando empezaron a echar agua por la parte de abajo de la finca la más alejada de la carretera de acceso a la vivienda–. Los cuerpos estaban ya casi donde los bardales que pegan con la finca de Ana Botín y tenían toda la ropa quemada», explica este vecino que no hacía más que lamentarse por la familia, especialmente por la hija de una de las fallecidas.
En la zona superior del prado donde se quemaron los rastrojos, la más cercana a la carretera, las hileras de hierba se habían quemado limpiamente, pero en la parte inferior, donde hallaron los cadáveres quemados de las dos hermanas Bengoechea Castillo, la situación era muy distinta. «Las hileras de hierba se habían juntado porque estaba todo tan seco que el fuego se les había ido de las manos, aunque al final no ha llegado a salir de su finca. Igual vieron que las llamas se echaban encima de la finca del vecino, quisieron controlarlo y con tanto humo se terminaron ahogando», explicaba el vecino que fue testigo directo del trágico hallazgo y que colaboró en la extinción del incendio junto a su hermana y su cuñado. «A mi finca no le podía afectar el fuego porque como cambió el viento y empezó a pegar del este... Pero a otras casas sí que podía haber llegado».
La Policía Judicial de la Guardia Civil tomó rápidamente cartas en el asunto y desplazó hasta allí a varios agentes para investigar el escenario de los hechos. Mientras la Policía Judicial inspeccionaba la zona donde aparecieron los cuerpos, los familiares de las víctimas empezaban a llegar al número 13 del barrio de San Martín Carriezo: una casa blanca, de dos alturas, con un columpio de madera en el jardín y un terreno rodeado de hortensias y árboles de varios metros de altura. «La mejor finca de Carriezo», aseguraba otro vecino.
Las víctimas son dos de las cuatro hermanas Bengoechea Castillo: María Luisa, María Dolores y las mellizas María Antonia y María del Carmen. En Carriazo las conocen «de toda la vida» como ‘las martinas’ por el nombre de una tía que les dejó la finca en la que ayer aparecieron muertas dos de ellas. Según los vecinos, las hermanas son también propietarias de una casa unifamiliar en la calle Alejandro García de Santander (una transversal entre Tetuán y Canalejas).
Campanas de difuntos
A las las 19.56 horas, los agentes de la Policía Judicial abandonaron
la zona donde se habían hallado los cuerpos y salieron caminando hasta
la casa junto a una furgoneta plateada con el distintivo del Gobierno de
Cantabria. Por el momento, y hasta que no se practique la autopsia, se
desconoce si las muertes se produjeron por inhalación de humo o por las
quemaduras que les produjo el fuego.Unos minutos más tarde, cuando agentes y familiares empezaban a abandonar la finca, las campanas de la Iglesia de San Martín comenzaban a tocar a difuntos.