SIRE

SIRE
SERVICIO DE INFORMACION RADIO EMERGENCIA

sábado, 12 de noviembre de 2016

LA FALLA DE TENERIFE Y GRAN CANARIA, UNA GRAN AMENAZA

“Hay una falla entre Tenerife y Gran Canaria y es muy importante. Si nos atenemos a su longitud, podría originar terremotos de 6 grados en la escala de Richter o incluso algo más”, manifestó ayer  Luca D’Auria, una autoridad mundial en la materia, que acaba de asumir la máxima responsabilidad de la denominada Red Sísmica Canaria. Esta depende del Instituto Tecnológico y de Energías Renovables (ITER), del Cabildo de Tenerife.
El experto italiano, de 41 años, encargado de vigilar, entre 2003 y 2015, el Vesubio, uno de los volcanes más peligrosos del planeta, indicó, en la entrevista concedida a este periódico, que “la magnitud de los terremotos tectónicos está directamente asociada con la extensión de las fracturas de la corteza terrestre, y la que existe entre las dos principales islas de Canarias es grande”.
Según el catedrático de Ingeniería Geológica de la Universidad Complutense de Madrid, Luis Ignacio González de Vallejo, la falla situada entre Tenerife y Gran Canaria tiene una longitud de “al menos” 35 kilómetros y coincide en señalar que se trata de una dimensión “muy considerable”. Por este motivo, Luca D’Auria advierte de que los terremotos más importantes en esta área tendrán el epicentro en esa alteración de la corteza terrestre. Nemesio Pérez, director de la División de Medio Ambiente del ITER y coordinador científico de Involcan, recuerda que Canarias se encuentra en una zona de “intraplaca” (de baja sismicidad), “pero ya sabemos que tenemos que convivir con esa fractura que, además, tiene relación con la actividad volcánica”. No hay que olvidar que muy próximo a la falla se encuentra, sumergido, el conocido como volcán de en medio.
La Red Sísmica Canaria acaba de nacer. Ha sido registrada oficialmente con el código internacional C 7 en la Federación Internacional de Redes Sísmicas Digitales. Sus objetivos son reducir al mínimo el umbral de detección de eventos sísmicos, desarrollar métodos automáticos para caracterizar la microsismicidad en tiempo real y aprovechar el superordenador Teide en la búsqueda de eventos ocultos en la sismicidad de fondo. Su radio de acción no se limitará solo a Tenerife, ya que tiene previsto expandirse por el resto de las islas para fortalecer la alerta temprana ante posibles erupciones volcánicas.
 La red sísmica permanente de Tenerife está integrada por 15 sismógrafos situados estratégicamente por toda la Isla que transmiten datos en tiempo real. Doce de ellos ya están funcionando y los tres restantes, ubicados en Anaga, Boca de Tauce y Guía de Isora, entrarán en servicio en un plazo máximo de tres meses. La precisión de estos instrumentos es máxima y permitirán detectar seísmos de mínima intensidad, lo cual facilitará el seguimiento al detalle de los expertos, que dispondrán de suficiente tiempo para prevenir situaciones de riesgo. Atendiendo a la nueva información disponible, el máximo riesgo sísmico de notable magnitud (6 grados o más) se concentra en tierra en el sureste de Tenerife y noroeste de Gran Canaria, toda el área afectada por la falla.
Al frente de esta red está desde el pasado 1 de noviembre Luca D’Auria, uno de los científicos europeos de mayor prestigio en esta materia, fichado por Nemesio Pérez para tal responsabilidad. Desde el centro de control de Involcan, en el Puerto de la Cruz, supervisaba ayer la información que reflejaban cuatro grandes pantallas conectadas con el ITER, centro al que llegan directamente los datos de las estaciones.

Más de 400 ‘eventos sismovolcánicos’ en el último enjambre

D’Auria y Pérez aportaron ayer un dato significativo que revela la precisión del nuevo instrumental instalado por toda la Isla. Cuando el pasado 2 de octubre se produjo un enjambre de pequeños terremotos alrededor del Teide, que el Instituto Geográfico Nacional cifró en 96 en un espacio de cuatro horas, la primera estación de la nueva red, en el Puerto de la Cruz (el resto estaba en plena fase de montaje), registró más de 400 “eventos sismovolcánicos”.
“Detectamos sismicidad debajo de toda la Isla, no solo alrededor del Teide, es lo normal en una zona volcánica”, apuntó D’Auria, que aclaró que las señales indican movimientos de fluidos, “pero no tiene que ser necesariamente magma, pueden ser gases o agua”. A su juicio, con esta red se dan ahora las condiciones para “escuchar el silencio de los volcanes; debemos aprovechar el oído sísmico, sin necesidad de terremotos, para avanzar en la investigación”. Puso como ejemplo el Teide, “que está dormido”.
Nemesio Pérez adelantó que en el futuro se instalarán más sismógrafos de estas características en la Isla y resaltó que la puesta en marcha de la estructura de sensores no debe asociarse con ninguna situación anómala en el comportamiento del subsuelo de las Islas. “Somos islas volcánicas y alguna vez teníamos que hacerlo”, declaró. Además, resaltó que, una vez que ahora la información llega en tiempo real al ITER, el siguiente objetivo será desarrollar métodos de análisis automáticos ante una situación de crisis volcánica. Ahí juega un papel fundamental el supercomputador Teide. Preguntado, por último, por la zona más probable donde podría producirse una erupción volcánica en Tenerife en el futuro apuntó hacia las dorsales noroeste y noreste, más que al gran edificio central de la isla, que tiene en el Teide su máximo exponente. Precisamente, el catedrático de Ingeniería Geológica Luis Ignacio González de Vallejo, recordaba ayer que el Teide es el tercer edificio volcánico oceánico del planeta, con casi 8.000 metros desde su base sumergida hasta el cráter.