El temporal que azota el norte de Europa se ha cobrado al menos una
docena de víctimas mortales. En Alemania han fallecido en diversos
accidentes causados por la tormenta al menos siete personas, y cuatro
más en Reino Unido, Holanda, Dinamarca y Francia, en el peor temporal que registra el Reino Unido en los últimos cinco años
y que ha provocado cortes de electricidad en decenas de miles de
hogares además de problemas en el transporte en gran parte del sur de
Inglaterra. Las fuertes lluvias y vientos huracanados de hasta 159
kilómetros por hora que asuelan el territorio británico desde la
madrugada “no es algo que se vea cada año”, según la Oficina
Metereorológica, pero no han alcanzado –como se temía- las dimensiones
de la llamada “gran tormenta” de 1987.
En Holanda, una mujer ha fallecido en Ámsterdam al caerle un árbol encima en pleno temporal, con vientos de hasta 152 kilómetros por hora en la provincia de Groningen, al norte del país. Los ferrocarriles han sido los más afectados, con daños graves a lo largo de 25 trayectos. Los vuelos se han retrasado, o bien suspendido, en el aeropuerto internacional de Shiphol. Aunque el peligro ha pasado, los servicios meteorológicos señalan que ha sido la peor tormenta registrada desde 1990. Entonces hubo 17 muertos.
Una joven de 17 años pereció mientras dormía a causa del impacto de un árbol en la fachada de su casa en el condado de Kent (sudeste de Londres). La segunda víctima mortal es un conductor de mediana edad cuyo automóvil fue aplastado por un árbol en la localidad de Watford, al noroeste de la capital. Los servicios de emergencia, en estado de alerta desde las horas previas del bautizado como “temporal de San Judas” (por su coincidencia con esa fecha del santoral), habían recomendado a la población del sur de Inglaterra y de Gales que se abstuviera de utilizar el coche en las primeras horas del día. Los servicios ferroviarios que conectan esa parte del país con Londres permanecieron prácticamente interrumpidos hasta media mañana, al igual que el servicio de tren que conecta el Reino Unido y Francia a través del Canal de la Mancha, mientras el principal aeropuerto de la capital tuvo que cancelar 130 vuelos.
Las autoridades confirmaron por la tarde la muerte de una mujer y un hombre en el oeste de Londres, después de que un árbol derribado por el viento provocara una explosión de gas y el derrumbe de su vivienda. Un niño de 14 años que se vio arrastrado por la corriente en la playa de Newhaven (sudeste de Inglaterra) es uno de los desaparecidos en el transcurso de una tormenta que ha comenzado a amainar a medida que avanzaba el día. Las extremas condiciones meteorológicas registradas desde la madrugada, con potentes vientos y lluvias torrenciales, dejaron a 270.000 hogares sin electricidad (al mediodía sólo 30.000 habían recuperado el suministro) y provocaron inundaciones en diversos puntos de la geografía británica.
A pesar de las víctimas mortales y de los cuantiosos daños materiales, el “temporal de San Judas” no ha confirmado las previsiones más pesimistas que lo habían equiparado con la gran tormenta que vivió el país hace veintiséis años, con un balance de diecinueve muertos. Aquel año 1987 es también recordado por el tremendo error en el que incurrió la radiotelevisión pública BBC, cuyo metereólogo negó ante las cámaras que el temporal que se avecinaba fuera peligroso. A la postre resultó el peor registrado sobre suelo británico en nada menos que tres siglos.
En Holanda, una mujer ha fallecido en Ámsterdam al caerle un árbol encima en pleno temporal, con vientos de hasta 152 kilómetros por hora en la provincia de Groningen, al norte del país. Los ferrocarriles han sido los más afectados, con daños graves a lo largo de 25 trayectos. Los vuelos se han retrasado, o bien suspendido, en el aeropuerto internacional de Shiphol. Aunque el peligro ha pasado, los servicios meteorológicos señalan que ha sido la peor tormenta registrada desde 1990. Entonces hubo 17 muertos.
Una joven de 17 años pereció mientras dormía a causa del impacto de un árbol en la fachada de su casa en el condado de Kent (sudeste de Londres). La segunda víctima mortal es un conductor de mediana edad cuyo automóvil fue aplastado por un árbol en la localidad de Watford, al noroeste de la capital. Los servicios de emergencia, en estado de alerta desde las horas previas del bautizado como “temporal de San Judas” (por su coincidencia con esa fecha del santoral), habían recomendado a la población del sur de Inglaterra y de Gales que se abstuviera de utilizar el coche en las primeras horas del día. Los servicios ferroviarios que conectan esa parte del país con Londres permanecieron prácticamente interrumpidos hasta media mañana, al igual que el servicio de tren que conecta el Reino Unido y Francia a través del Canal de la Mancha, mientras el principal aeropuerto de la capital tuvo que cancelar 130 vuelos.
Las autoridades confirmaron por la tarde la muerte de una mujer y un hombre en el oeste de Londres, después de que un árbol derribado por el viento provocara una explosión de gas y el derrumbe de su vivienda. Un niño de 14 años que se vio arrastrado por la corriente en la playa de Newhaven (sudeste de Inglaterra) es uno de los desaparecidos en el transcurso de una tormenta que ha comenzado a amainar a medida que avanzaba el día. Las extremas condiciones meteorológicas registradas desde la madrugada, con potentes vientos y lluvias torrenciales, dejaron a 270.000 hogares sin electricidad (al mediodía sólo 30.000 habían recuperado el suministro) y provocaron inundaciones en diversos puntos de la geografía británica.
A pesar de las víctimas mortales y de los cuantiosos daños materiales, el “temporal de San Judas” no ha confirmado las previsiones más pesimistas que lo habían equiparado con la gran tormenta que vivió el país hace veintiséis años, con un balance de diecinueve muertos. Aquel año 1987 es también recordado por el tremendo error en el que incurrió la radiotelevisión pública BBC, cuyo metereólogo negó ante las cámaras que el temporal que se avecinaba fuera peligroso. A la postre resultó el peor registrado sobre suelo británico en nada menos que tres siglos.