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SERVICIO DE INFORMACION RADIO EMERGENCIA

lunes, 14 de octubre de 2013

CELERIDAD Y CAUTELA EN RESCATE DEL EDIFICIO DE MEDELLIN

Luego de una arriesgada búsqueda de los bomberos, que con sus perros desafiaron los escombros y un posible desplome de la torre quinta, vecina a la colapsada la noche del sábado, pasadas las 6:00 de la tarde de ayer fue avistada la primera víctima fatal de la tragedia de la unidad residencial Space, en El Poblado.
La información del hallazgo fue confirmada por el director (e) del Departamento Administrativo para la Gestión del Riesgo, Emergencias y Desastres de Medellín, Dagrd, Jaime Enrique Gómez.
El funcionario comentó que los perros habían ubicado una segunda víctima, pero la cantidad de escombros que tenía encima dificultaba avistarla.
La alcaldesa (e) de Medellín, Claudia Restrepo, al confirmar la información del Dagrd, añadió que ante este hallazgo, fue informada la Fiscalía para que enviara expertos del CTI, con el fin de realizar la diligencia del levantamiento del cadáver y establecer la identidad de la víctima.
Angustioso amanecer
El rescate de los cuerpos fue una labor titánica acompañada, desde prudente distancia, de los familiares de las víctimas, algunos de los cuales solo sucumbieron la madrugada de ayer debido a un aguacero torrencial que los obligó a refugiarse en las porterías de otras urbanizaciones, debajo de algún paraguas desalambrado. Los demás soportaron estoicos bajo un impermeable.
La noticia del desastre voló hasta los oídos de casi todos desde la noche del sábado. Y tan pronto se enteraban volaban al sitio de los hechos, a mirar la oscuridad como queriendo desenterrar con los ojos la figura de sus seres queridos. Al llegar, una multitud de vecinos alarmados por la explosión como de bombazo, ya estaba allí. También los bomberos, los socorristas del Dapard, los de la Defensa Civil.
Una máquina de bomberos con escalera, alumbró la torre cinco y se pudo ver cómo la otra, la seis, se había convertido en una montaña de escombros que le llegaba al quinto piso.
El colapso de la torre seis de Space había dejado sin luz el sector. Se hablaba de una fuga de gas, la cual fue confirmada después por el vicealcalde de Seguridad, Luis Fernando Suárez, quien aseguró que EPM llegaría pronto a controlarla, lo mismo que a restablecer la electricidad. Cuando el ruido de sirenas, de motores y de voces de mando daban tregua, se oía el silbido del escape de gas. No tardaron en resolverlo.
"¡Una ambulancia… ¡Una ambulancia…" Gritó alguien y, después, alguien más y después muchos asistentes. Habían encontrado a un herido. A los 15 minutos otro. Eran Yamid Lopera y Andrés Colorado Morales.
Momento del impacto
"En mi apartamento cayeron escombros, siendo de otra unidad residencial", contaba una mujer mientras veía el movimiento de socorristas. Volvió la luz. Unos apartamentos de las torres que no cayeron se iluminaron.
"Yo vine como a las siete a la urbanización —dijo un hombre— y vi dos apartamentos con la luz prendida en la torre seis. Es más, hay quienes vieron el desplome de la torre y cuentan que unos apartamentos caían con la luz encendida".
A la medianoche, los vecinos se fueron. Las labores de rescate no se suspendieron. Dos bomberos subieron a la torre cinco a revisar piso por piso, vivienda por vivienda, cuarto por cuarto, que no hubiera nadie. En su recorrido, esquivaron grietas por las que hubieran cabido. Bajo sus pasos, oyeron el crujido de columnas y se detuvieron a apuntar esas cosas.
En la madrugada de ayer llegaron las palas mecánicas. En volquetas se llevaron toneladas de escombros de zonas que sabían con certeza que no tenían víctimas. El aguacero de las cuatro, con tormenta eléctrica, entorpeció el proceso.
Esperando con fe
Wílmar, el hermano de Wbeimar Contreras, un vigilante que quedó atrapado, vio la primera luz del domingo recostado en un guayabo de una zona verde. Cuando escampó, su rostro seguía empapado de lágrimas. "De aquí no me muevo". Contó que a ese hermano, de 38 años, tres más que él, lo contrataron hacía tres días y la del sábado era la segunda noche que trabajaba en Space. "Tenía miedo. Miedo de trabajar en un edificio que, según habían advertido, no soportaría mucho tiempo. Pero usted sabe, él es pobre, tiene dos hijas y hay que trabajar".
Y esas cosas del destino, como la de que él hubiera entrado a trabajar hacía apenas dos días, se repitieron en las otras historias. Los parientes de James Andrés Arango y Ricardo Castañeda, que son los mismos porque son primos, cuentan que no tenían ni que trabajar el sábado, pero los llamaron a aplicarse en su oficio de soldadores; los de Álvaro Bolívar, que 10 minutos antes del desastre habló con su esposa por teléfono y le dijo que estaba acabando la labor y que, a más tardar, a las ocho y media de la noche saldría rumbo a casa; los de Diego Hernández, que también habló con su esposa unos minutos antes del fatal instante, le dijo que se reuniría con sus compañeros a comer y en breve volvería a llamarla... Y así, todos ellos fueron cumpliendo su cita con la tragedia.
Las retroexcavadoras se silenciaron. Los taladros que rompen concreto, también. Si seguían tumbando el arrume de escombros podía venirse abajo la torre cinco.
Los perros de rescate. Venus, Luna, Maía, Killer y Tina, entraron en acción.
"Con las lluvias, los olores van hacia abajo, con el Sol, hacia arriba", explicó Carlos Restrepo, bombero de Sabaneta.
Los sabuesos estuvieron de acuerdo en que en el sitio más encumbrado de los escombros, había seres humanos.
Luego del diálogo, los expertos volvieron a la acción. Talaron árboles con las retros y siguieron escarbando por el lugar señalado por los perros. "No perdemos la esperanza de que hallen con vida a mi hijo James Andrés —dice Fabiola Pulgarín—, pero no vamos a desautorizar al Señor en sus designios".
Al mediodía, se retiraron los socorristas con sus perros y una retroexcavadora volvió a operar desde la parte superior de los escombros. La Policía hizo un cerco frente a la tragedia para evitar que de allí se movieran los periodistas y camarógrafos que en directo y con boletines especiales cubrían el hecho.
La expectativa era total, sobre todo con el movimiento de la torre cinco que amenazaba con desplomarse.
Cada ruido que se escuchaba desde la zona donde se estaba haciendo el movimiento de las losas de concreto alteraba los ánimos y hacía que los comunicadores apuntaran sus cámaras contra el complejo habitacional porque la catástrofe se podía repetir.
De un momento a otro, la retroexcavadora dejó de moverse, momento en que algunos socorristas, policías y los comunicadores aprovecharon para almorzar.
Luego aparecieron los operarios de Empresas Públicas de Medellín, quienes iniciaron la instalación de gigantescos reflectores para continuar los trabajos en horas de la noche.
Pasadas las 2:00 de la tarde inquietaban dos reuniones que se desarrollaban en ese momento. La una con los afectados, el Municipio y los constructores en el templo del Padre Marianito, cercano a la unidad colapsada. La segunda era la reunión del mando unificado, encabezada por Carlos Iván Márquez, director de la Unidad Nacional de la Gestión del Riesgo.
A las 4:00 p.m. este funcionario, en representación del Presidente de la República, dio a conocer los acuerdos de la reunión. Uno de ellos fue declarar la calamidad pública en Medellín, por esta tragedia, las ayudas a los damnificados y la investigaciones que se van a iniciar tanto administrativas como jurídicas.
A las 5:00 p.m. volvió a aparecer la lluvia que pasó rápidamente. Minutos después, sobre la montaña de escombros, aparecieron los bomberos y sus perros, que 45 minutos después anunciaron el hallazgo del primer cadáver.