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Los operarios intentan sin éxito abrir la carretera, la última que aún queda cerrada tras los temporales
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En función del tiempo, la previsión es volver a intentar abrir la vía la próxima semana
Trajeron dos máquinas del parque de Reinosa. De esas que rompen las paredes de nieve, la ‘chupan’ y la expulsan por una especie de chimenea. Pero su labor se limitó únicamente a un kilómetro. Del catorce al trece en terreno descendente. No es que las fresadoras no pudieran seguir abriendo, pero las dimensiones de lo que se encontraron les llevó a echar el freno por precaución. Por prudencia. Demasiado material acumulado y riesgo de que, al caer, se llevara la máquina por delante y, con ella, a alguna persona. «El problema es lo que queda en la montaña, que es mucho», se comentaba. Todo acumulado en un puerto que lleva ya un par de meses largos con el cartel de cerrado. Está en el pie de la subida, en el kilómetro cero, si bien los habituales de estos parajes saben que hasta el ocho, con precaución, está transitable.
A partir de ahí empiezan los problemas. Cinco kilómetros de tapón en forma de neveros de diferentes tamaños que han resistido a la mejoría del tiempo de los últimos días y que vuelven a poner a Lunada en la cola de las carreteras ya ‘recuperadas’ de la geografía regional. ¿Hasta cuándo? Pues eso dependerá, precisamente, de la evolución meteorológica. De si sopla el viento caliente del sur –el peor enemigo de la nieve– o de si todavía hay helada por la noche e, incluso, cae algo de nieve. La orden para volver a intentarlo se espera ya para la semana próxima.
La escena de la pared blanca en el puerto contrastó con las de las mesas ocupadas en las terrazas de Santander a la hora del aperitivo. En poco más de cincuenta kilómetros, dos polos opuestos. En torno a las cinco y media, en la zona del aeropuerto Seve Ballesteros y en Sierrapando (Torrelavega) se rozaron los 22 grados (fue la máxima del día). Día luminoso y soleado (el presidente Revilla aprovechó otra intervención televisiva nacional por la mañana para presumir de buen tiempo y recordar que «cuando sopla el Sur aquí no llueve»). Para enmarcar la estampa primaveral. Con vientos que alcanzaron su racha máxima (63 kilómetros por hora) en Cubillo de Ebro (Valderredible).