El siniestro ha puesto a prueba los protocolos de seguridad de los servicios de emergencia, de la estación de servicio y también la sangre fría de los empleados y del propio conductor. Nadie ha resultado herido y el incendio se ha solventado con rapidez
El incendio de una furgoneta dentro de las instalaciones de una gasolinera de Santander ha puesto a prueba los protocolos de seguridad de los servicios de emergencias, de la propia estación de servicio y la sangre fría tanto de los empleados como del propio conductor. Gracias a todo ello la incidencia, que generó una alarma considerable entre los vecinos que escucharon la explosión, y también entre los conductores que en ese momento, hora punta (las ocho de la mañana), colapsaban una calle Castilla invadida por un denso humo negro, se solventó con tanta rapidez que en apenas media hora la zona recuperó casi la total normalidad.No ha habido heridos y los daños materiales se han reducido a la propia furgoneta y a uno de los surtidores de la estación de servicio.
No se sabe todavía qué es lo que pudo ocurrir para que ese vehículo, de la empresa Panusa, que este lunes a primera hora estaba parado repostando con su conductor dentro, acabara envuelto en llamas. “Le acababan de echar gasoil y alguien le avisó que por debajo de la furgoneta saltaban unos chispazos y de pronto empezó a salir fuego y se puso a arder”, ha contado el responsable de repartos de Panusa. El conductor salió de inmediato del vehículo y colaboró con los empleados de la gasolinera en un primer intento de sofocar las llamas con extintores, mientras se daba aviso al 112 desde la misma estación de servicio, de la calle Castilla 91, de la firma Repsol.
Unidades de la Policía Local y de la Policía Nacional se desplazaron rápidamente al lugar, en la esquina de las calles Castilla y Capitán Palacios, y acordonaron los accesos para crear una zona segura. Los bomberos de Santander tuvieron ciertas dificultades para llegar hasta allí debido al colapso de tráfico que presentaba la calle Castilla, y se creó un pasillo para que los vehículos de extinción pudieran pasar en dirección contraria desde La Marga. Antes de todo esto la gasolinera había cumplido paso a paso sus protocolos: “activaron la parada de emergencia, para que se dejara de bombear combustible y quitaron los automáticos, y atacaron las llamas con extintores”, explicó el jefe de servicio de los bomberos de Santander. Ese primer ‘ataque’ con extintores consiguió bajar la carga calorífica, pero no pudo evitar que las llamas se extendieran por el vehículo generando una gran bola de fuego: “cuando llegamos estaba en pompa: ardiendo por la parte delantera, el motor y el habitáculo”, una preocupante escena que numerosos residentes grabaron con sus teléfonos móviles desde las ventanas.
Pero los bomberos extinguieron las llamas sin necesidad de pedir refuerzos y sin practicar evacuaciones en los edificios colindantes. “Estaba todo controlado”, añadieron desde el parque. Los efectivos aplicaron primero agua con mangueras de alta presión y luego cubrieron el coche con espuma. Enseguida se pudo habilitar un carril para que los coches atrapados en el corte pudieran pasar y la calle Castilla se fue recuperando del susto.
Un visto y no visto, según cuentan vecinos como Conchita Pevida, que vive en un primer piso en Capitán Palacios, justo frente al esquinazo de la gasolinera. “Estaba en la cama y sentí una bomba. Me asomé a la ventana, vi gente correr… Y luego ya oí a los bomberos, rápido, rápido. Vine al salón y vi las llamas arriba. ¡Madre que explota la gasolinera!, pensé”. Y desde su atalaya vio el apabullante ir y venir: “policía muchísima, y los bomberos, cortaron las calles, y los vecinos que se iban a trabajar echándose las manos a la cabeza…”, añade esta mujer, que asegura que el humo llegó a ser tan denso “que no se veían ni las casas, estaba todo cubierto. Pero lo apagaron muy bien y muy rápido, y muchos vecinos ni siquiera se enteraron. Luego vino la grúa, se llevó la furgoneta entera quemadita, y todo pasó”.
Desde la compañía Repsol apenas han facilitado información sobre el siniestro, tan solo que “ha sido un incidente menor, por causas ajenas, que los protocolos funcionaron correctamente y que se ha solventado”. A media mañana aseguraban que el objetivo era reabrir la estación de servicio de la calle Castilla el mismo día “con el resto de surtidores que no han sido dañados, una vez que se compruebe que todo está bien y se proceda a la limpieza”. El grupo de prevención de los bomberos de Santander, que fue facilitando información importante a los efectivos desplazados a esta gasolinera (manejan datos como la cantidad de combustible que puede llegar a almacenar cada estación de servicio), tendrá que realizar una revisión y autorizar la reapertura si todo está correcto.
Desde Panusa esperan los informes de los peritos para saber a ciencia cierta qué es lo que pudo ocurrir en esa furgoneta -los bomberos sospechan de un fallo eléctrico- para que sucediera un siniestro semejante. Pero lo importante, dicen desde esta empresa con sede en el polígono de Candina, “es que gracias a dios no le ha pasado nada a nadie”.