El Grupo Especial de Actividades Subacuáticas de la Guardia Civil (GEAS) revisa la zona y espera poder sumergirse hoy en las aguas del Cantábrico
Sin rastro de Guillermo Cueto Delgado. A las seis de la tarde de ayer finalizó una jornada más, la cuarta, del intenso dispositivo que rastrea desesperadamente, sin descanso y sin éxito por tierra, mar y aire, desde el pasado viernes, los acantilados de Santiuste, próximos a la localidad llanisca de Buelna, para hallar al pescador de Lieres de 39 años, Guillermo Delgado Cueto. La angustia y las esperanzas se agotan, una situación que pesa ya en los rostros del hijo menor del desaparecido, testigo del trágico suceso, y en su hermano, Luis, que no pierden ni un minuto de vista el oleaje del mar Cantábrico esperando a que finalice ya esta agonía que suma ya cinco días.Hoy continuarán las labores de rastreo. El Servicio de Emergencias del Principado de Asturias (SEPA) mantuvo movilizado durante toda la jornada un dispositivo similar al de estos días anteriores. Con el Jefe de Bomberos de la Zona Oriental, Rubén Menéndez, al frente, participaron en las tareas de rescate los Bomberos del SEPA, con base en Llanes, el equipo de Salvamento Marítimo con una embarcación y el Helimer, que se alternó con el helicóptero multifunción de Bomberos, además del equipo de la Guardia Civil. Los buzos acudieron por la mañana al lugar donde Guillermo Delgado se precipitó al agua y está previsto que, si las condiciones del mar y la climatología lo permiten, accedan hoy al Cantábrico en busca del pescador, antes de poder empezar a rastrear en otra zona. Los voluntarios de Protección Civil de Cabranes también quisieron prestar su colaboración y colaboraron con el retén.
Chopas y congrios
Guillermo Delgado compartía aficiones con su hermano e hijo, según comentó Luis, quien, con la mirada clavada en el acantilado, añadió que «la pesca era de lo que menos». En este mismo lugar donde ahora lo buscan, el sierense «había venido más veces antes -que el pasado viernes-», asintió el menor. Se trata de una zona de difícil acceso. Una vez estacionado el vehículo en la cuneta de la carretera general que cruza Buelna, hay un pequeño camino que atraviesa la vía del tren y, posteriormente, hay que recorrer varias fincas, de terreno irregular, hasta llegar a los acantilados.