Ayer permanecían activos ocho de los 24 focos declarados en el último día. El Gobierno prohíbe todas las quemas a partir de hoy, salvo en Liébana
Una de la madrugada. El 112 comienza a recibir numerosas llamadas de vecinos y anónimos alertando de que Peña Cabarga "se está quemando". La estampa del pico Llen, otra vez iluminado por las llamas sólo un año después de la tragedia forestal que arrasó buena parte de los montes cántabros, desató todas las alarmas.Las condiciones meteorológicas de altas temperaturas (Cantabria entró ayer en el ‘top ten’ de las más altas del país con los 22 grados de Castro Urdiales) y rachas de viento Sur invitaban a pensar en un nuevo desastre ecológico, teniendo en cuenta que con las ‘suradas’ afloran las quemas ilegales.
La Consejería de Medio Rural activó el domingo la alerta máxima de su operativo de actuación en "algunas zonas", dadas las condiciones climatológicas. El dispositivo se ha extendido a toda la región, salvo Campoo y Reinosa, y toda la plantilla (190 personas repartidas entre sus 120 guardas y sus 31 cuadrillas) está a plena disposición porque la Consejería de Medio Rural tiene activado el riesgo máximo de incendios desde hace dos días.
Ayer se produjeron 24 incendios, de los cuales ocho aún permanecían activos al cierre de la edición de este periódico. Los más significativos por su peligrosidad fueron los dos que se desataron en Peña Cabarga y seis de los que se activaron en las cuencas de Asón, Miera y Pisueña. Todos comenzaron de madrugada, en zonas altas y de matorral bajo. El Gobierno matizó que en ninguno de ellos existía "riesgo para las personas ni para zonas de singular importancia ecológica".
No fue el único trabajo que dieron las llamas a las cuadrillas ayer. En las cuencas de Asón, Miera y Pisueña también trabajaron a destajo durante todo el día. Había seis incendios activos desde la madrugada, de los cuales cinco lograron apagar. El único que se resistió y que se une a los siete que aún permanecen activos fue uno de Pisueña que se encontraba en "una zona muy alta en la que habitualmente le prenden fuego y en la que es muy complicado acceder". Los guardas forestales decidieron dejar que se apagara por sí solo, vigilando que no se extienda a otras zonas. "Esperamos que se apague a lo largo de las próximas horas", confió Lucio.
También hubo conatos "más o menos importantes" en Lamasón, Villacarriedo, Liérganes, Alto Miera, Porracolina, Castro Urdiales... Llamas todas ellas que desde la Consejería de Medio Natural se niegan a achacar a las condiciones meteorológicas de estos días. "El viento Sur por sí solo no provoca ningún incendio. Es una obviedad pero de vez en cuando hay que recordarlo".
"Auténtica temeridad"
El énfasis lo pone siempre que se le pregunta por las causas de estos siniestros. En su opinión, "la mayoría de los casos son fuegos intencionados.
O son personas que quieren aprovechar el viento Sur para quemar una
zona y se les va de las manos, o gente con un especial interés en
generar alarma social".Son las únicas explicaciones que Lucio se da a sí mismo cada vez que llega esta época del año y los montes cántabros se hacen especialmente vulnerables a las llamas: "Es una auténtica temeridad que con estas condiciones haya gente empeñada en prender fuego, pero desgraciadamente ocurre todos los años en Cantabria". Lucio no entiende que "nos hayamos acostumbrado a ver como normal que en Cantabria se produzcan más de 700 incendios en un año".
Para romper esa ‘normalidad’, el Gobierno de Cantabria ha prohibido a partir de hoy todas las quemas forestales, salvo en Liébana, que aún no se considera zona de riesgo.