Fue atendida una mujer por una crisis de ansiedad, causó daños en una nave colindante y obligó a desalojar por precaución ocho bloques de viviendas
Un incendio ha destruido esta mañana el bazar Mao Sheng, en el número 36 de la avenida de Pumarín, ha causado daños en una nave colindante y obligado a desalojar por precaución ocho bloques de viviendas entre los números 32 y 42 de la citada calle y del 3 al 7 en su paralela, Luis Braille- y dos unifamiliares.El fuego se originó en el interior del almacén del comercio por causas que aún se desconocen. Su propietaria, Lei Fel, declaró, mientras seguía el trabajo de los Bomberos, que «estábamos en casa todavía, no sabemos que ha pasado».
Otros testigos, como Javier Fernández, referían que por la puerta del local salieron dos vahadas grandes de humo y llamas y que «después quedó como tranquilo». Desde su casa, en el número 38, Antonio García, escuchó a eso de las nueve de la mañana «varias explosiones» y abandonó el edificio por precaución, cuando lo hacía, vio «saltar toda la uralita hacia arriba».
Lo que siguió a esa explosión fue una lengua de fuego que lamió las traseras de los edificios de Luis Braille hasta la altura de un sexto piso y una columna de humo negro visible desde casi toda la ciudad.
En ese momento, los Bomberos ya trabajaban en la extinción del incendio. Dos nodrizas y en la primera salida llegaron al lugar a las 9.11 minutos. Los agentes penetraron en el bazar, mientras efectivos de la Policía Local procedían a cortar la calle, acordonar la zona y a evacuar los edificios colindantes, de donde rescataron a un mujer ligeramente intoxicada que fue atendida en una peluquería próxima. La única víctima, a la postre.
«Fue muy serio», resumió el concejal de Seguridad, Ricardo Fernández, dos horas después cuando el fuego se dio por extinguido. Los bomberos salían dando tumbos, cubiertos de humo negro y empapados en busca de nuevas botellas de oxígeno. «Lo han dado todo para evitar la propagación», insistió el concejal.
En el interior del patio de la manzana, la nave almacén ardió hasta consumirse. Las llamas también afectaron a la colindante, en la trasera del número 40, que se derruyó parcialmente y durante un rato los bomberos temieron que pasase a las cocheras situadas debajo. Las llamas también hicieron estallar ventanas en algunos pisos de Luis Braille.
«Estaba en la comisión de Sugerencias y me avisaron por Whatsapp», explicó a pie de incendio el concejal socialista Diego Valiño, vecino de la zona. Con la misma celeridad bajó su compañera Ana Rivas, vecina de la calle Luis Braille. «Dejé a mi madre en casa, fui a llevar a mi hermana al trabajo y, camino del Ayuntamiento, empezó a sonarme el teléfono, paré y me dijeron que tenía que sacar a mi madre», explicó la edil, que se hizo acompañar de técnicos de Aqualia para localizar y abrir bocas de incendio. Aunque hubo algunos problemas al inicio, -una boca de riego falló y otra rendía muy poco caudal, por lo que una cuba fue a repostar a Rubín-, el enganche en un hidrante de la calle Joaquina Bobela puso fin a los problemas, aliviados también por el apoyo del Principado.
Tres dotaciones desde Llanera, tres del parque de Proaza y una Avilés acudieron a la llamada del Ayuntamiento.
Desde casa de su suegra, Javier García vio como saltaba la «chapa de uralita por los aires y las llamaradas y las explosiones». A pie de calle, el alcalde agradeció el esfuerzo de los bomberos, la colaboración de la Policía Nacional y reconoció el peligro: «Este riesgo tan enorme que hemos pasado», dijo sobre el miedo a la propagación y las dificultades en la extinción al hacer el patio 'efecto chimenea'.