La selección española completó su viaje más triste, el de vuelta a
casa tras la temprana eliminación del Mundial 2014, en un vuelta de once
horas y media con escala para repostar en Gran Canaria, que tuvo el
susto final por un rayo que alcanzó al avión en Madrid minutos antes de
aterrizar.
Con Ángel María Villar, presidente de la Real
Federación Española de Futbol (RFEF), y Miguel Cardenal, secretario de
Estado para el Deporte (CSD), comandando la expedición, España regresó a
casa tras cerrar con dignidad su participación en Brasil, con una
victoria ante Australia en Curitiba (3-0).
En la expedición
faltaron tres de los 23 futbolistas a los que convocó para la cita el
seleccionador español Vicente del Bosque. Fueron Gerard Piqué, Cesc
Fábregas y Diego Costa, que optaron por quedarse en Brasil y no regresar
a Madrid. Su salida del Arena de Baixada no fue la más adecuada tras el
fracaso de España. Vestidos de calle, sin parar a hablar y con prisas
por abordar un coche que les sacase de allí.
Al final de la
aventura de la selección española en el Mundial 2014 le faltó elegancia.
Gran parte de culpa la tuvo también Jordi Alba, que amenazó a un
periodista mientras abandonaba la zona mixta a toda velocidad. "A la
próxima te arranco la cabeza", fueron sus palabras. Un par de horas
después, ya en el avión, su comportamiento se agravó con insultos en la
zona business cuando la prensa la atravesó con los jugadores ya
sentados, para tomar asiento.
Cuando fue preguntado por las
razones de su enfado respondió con insultos y unas recriminaciones a las
que se sumó Sergio Busquets. Fue Sergio Ramos quien tuvo que
intermediar y pedir calma. Todo ocurrió ante la mirada del seleccionador
Vicente del Bosque y con Villar a escasos metros.
Poco después de
su llegada a España, Jordi Alba se disculparía por medio de un tuit:
"Si ha habido algún momento de tensión no deseado, pido disculpas por
ello", escribió en su cuenta.
En ese ambiente despegó el vuelo de
Curitiba con 45 minutos de retraso por la carga de material. El vuelo de
vuelta transportaba 204.000 kilos, lo que obligaba al Airbus-330 a
hacer una parada técnica en Las Palmas de Gran Canaria. La diferencia
horaria la aprovecharon los internacionales para dormir en sus cómodos
sofás que se hacían camas.
Ocho horas después del despegue, el
vuelo IB2907 había completado los 7.050 kilómetros de distancia entre
Curitiba y Las Palmas, donde la parada prevista de dos horas se redujo a
hora y quince minutos. Una vez repostado, el vuelo volvió a despegar
con cambio de tripulación.
Las dos horas y medias finales se
hicieron largas a la expedición española que aún digiere la decepción de
haber completado el peor Mundial de la historia de la selección,
eliminados a las primeras de cambio en la defensa de su corona tras las
derrotas ante Holanda y Chile.
Cuando el avión ya iniciaba la
aproximación a tierra, ya en Madrid, un rayo iluminó todo y el
comandante tranquilizó con un mensaje que confirmó el impacto pero el
buen estado del airbus.
Cinco minutos después y quince antes de lo
previsto el aparato tomó tierra sin ningún problema en la Terminal 4
del aeropuerto Adolfo Suárez-Barajas poco antes de las 12,00 horas y los
internacionales pusieron fin a su pesadilla.
Unos, como Xabi
Alonso, David Villa, Fernando Torres o César Azpilicueta, ya vestían de
calle. La mayoría bajaron del avión ataviados con el chándal oficial
negro que España portó en el Mundial.
Antes de iniciar sus
vacaciones dieron la última decepción al centenar de aficionados que se
habían acercado al aeropuerto. Los jugadores salieron en furgonetas por
una zona diferente a la de salidas. Fue el último capítulo de la
historia de una decepción. El momento en el que España se reencontró con
la derrota y algunos no supieron estar a la altura.