El chinandegano Francisco Cáceres, habitante del barrio El Calvario,
se convirtió en la primera víctima de la ola de calor, este miércoles,
tras sufrir un infarto a consecuencia de las altas temperaturas
registradas en los últimos días, confirmó René Valverde, portavoz de la
Cruz Roja en la filial de esta ciudad del Occidente del país.
“Los traslados de pacientes con alta presión arterial y los incendios
forestales a causa del calor han aumentado considerablemente en
Chinandega”, expresó Valverde, quien asegura que a diario trasladan a
cuatro pacientes con hipertensión, al Hospital España y hacia clínicas
médicas previsionales de esta ciudad, en su mayoría adultos mayores.
El socorrista comentó que en años anteriores la cantidad de traslados
han sido menores, pero ahora han aumentado debido a que el calor es más
fuerte. En el caso de la víctima mortal, mencionó que se hizo todo lo
posible por salvarla, pero a sus 85 años, el corazón le falló, y no
resistió.
Hay que cuidarse
El médico internista Marcio Arteaga Berríos advirtió que los adultos
mayores son los más propensos a padecer de hipertermia ante una ola de
calor, así como las personas que padecen diabetes e hipertensión.
Una fuente del Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Chinandega indicó
que el termómetro ubicado en ese cuartel alcanzó ayer temperaturas de 39
grados centígrados en esta ciudad.
Noel Lagos, propietario de un comedor en la ciudad de Chinandega,
aseguró que el calor le “aprisiona” el pecho, por lo cual su médico le
recomendó tomar abundante agua y jugo de frutas naturales, así como
bañarse varias veces durante el día.
La capital “arde”
En Managua, en la segunda etapa del barrio Hialeah, la señora Benicia
Marchena dice que este año ha sentido más fuerte la sensación de calor.
“Yo sé que después de la Semana Santa siempre se vienen unos días
calientes, pero este año siento que está peor que años atrás”, opinó
Marchena.
Su esposo Noel de Jesús Lovo, se ve obligado a estar sin camisa en
la casa y cuenta que se baña cada hora y toma abundante agua helada.
En ese mismo barrio, doña Lidia Mendoza tuvo que salir a una pulpería
cercana a su casa, con una sombrilla para protegerse del fuerte sol,
para ir a comprar hielo que necesitaba para mantener fría la insulina
que se pone diario para controlar su diabetes.
“Es que desde ayer no tenemos luz en esta calle del barrio, anoche no dormimos porque pasamos sin abanicos,”, se quejó Mendoza.
También doña Teresa Elena Almendárez, quien está acostumbrada a sudar
junto a un fogón donde palmea y vende tortillas en un bajarete afuera
de su casa, indicó que esta semana ha notado un incremento del
bochorno.