Dos alcantarillas saltaron ayer por los
aires en la calle Diecinueve de julio, junto al edificio de La Jirafa,
tras producirse una deflagración en los conductos subterráneos a las dos
de la tarde. El incidente, por fortuna, se quedó en un tremendo susto
porque en ese momento no circulaba ningún peatón por la acera. Pero la
alarma ya había saltado entre vecinos y viandantes. Por el fuerte ruido y
también por lo que pudo haber pasado.
La principal hipótesis de
los investigadores del suceso es que se produjo una combustión del
cableado, probablemente dañado por las mordeduras de roedores, según
indicaron fuentes del Servicio de Extinción y Salvamento (SEIS).
El
estruendo fue tremendo y dejó boquiabiertos a los viandantes que
circulaban por las inmediaciones o tomaban algo en el bar situado frente
al número 5. "Pudo ser una tragedia. Unos minutos antes pasó muy cerca
de las tapas de alcantarilla una mujer con un bebé en un carricoche",
explicó un ovetense que presenció la escena desde un bar. "Salía mucho
humo y olía raro, como a gas", indicó otro.
En las mediciones, los
bomberos no registraron gas natural, sino monóxido de carbono residual,
por lo que procedieron a ventilar un sótano en el portal más próximo,
así como el local de una oficina bancaria. Tres horas después, a las
cinco, el operativo de emergencias, integrado por ocho personas y cuatro
vehículos, se retiró tras desaparecer de los medidores la presencia de
monóxido de carbono.
Fuentes del SEIS indicaron, además, que no es
la primera vez que se produce una situación similar en la ciudad,
aunque nunca en una zona tan céntrica. Desde el 092 se alertó a la
empresa eléctrica, cuyos operarios trabajaron durante toda la tarde en
el lugar del suceso.