Paco Lobatón señala que "incluso si no se encuentra ningún indicio, esto será útil para afinar las líneas de investigación"
Los más de 300 voluntarios y los equipos especialistas de la
Guardia Civil que han participado este sábado en la batida para
encontrar algún indicio del paradero de
Manuela Chavero en Monesterio han regresado sin ningún resultado.
Tras más de ocho horas de búsqueda distribuidos en 15 zonas
de rastreo en las que se han peinado 27 kilómetros lineales, los
voluntarios, procedentes fundamentalmente de la propia localidad
pacense, pero también llegados de otros puntos del país, entre ellos
familiares de otros desaparecidos, se han replegado pasadas las cuatro
de la tarde.
Alrededor de 400 personas
Aún no había amanecido cuando alrededor de
400 personas se concentraban en la explanada de La Moreras, junto al silo de Monesterio, para iniciar una nueva batida en busca de
Manuela Chavero,
la mujer desaparecida en esta localidad hace más de 100 días. Pateando
el suelo para ahuyentar el frío, efectivos de la Guardia Civil, Cruz
Roja, Protección Civil, DYA y numerosos voluntarios, venidos desde toda
Extremadura, y también desde Madrid, Andalucía o Castilla-La Mancha,
escuchaban las primeras indicaciones de José Ángel Sánchez, policía
local de El Espinar (Segovia) y experto en operaciones de búsqueda,
antes de dividirse en grupos para emprender la batida.
“Cada grupo llevará un agente de la Guardia Civil como
coordinador. Si encontráis algo sospechoso, no lo toquéis, avisad al
jefe de grupo”, explicaba con las primeras luces del alba, y añadía:
“esto es muy serio, no es una excursión campestre, nada de ir charlando o
mirando el móvil”.
Muy cerca, Emilia Chavero, hermana mayor de Manuela,
emocionada, agradecía la presencia de tantas personas, y solo pedía “que
mi hermana vuelva ya, que sus hijos la necesitan, su niña es muy
pequeña y necesita a su madre, todos la necesitamos”. Emilia mostraba su
convencimiento de que “esto es un secuestro, la han engañado y se la
han llevado, con qué motivo no lo sé, era una muchacha de lo más
normal”, para agregar: “pasó lo de la desaparición y quedaba lo último,
lo de los gananciales, pero claro, no la han dejado defenderse. Por mi
cabeza pasan muchas cosas, muchas personas, y creo que no me confundo”,
aunque no quiso añadir más.
A pocos metros, una pareja pateaba el suelo, impacientes por
empezar. Eran Isidro y Rosa, padres del joven cordobés Francisco
Molina, desaparecido hace 15 meses. “El problema es que las
desapariciones se prolongan y cada vez hay más, las cifras aumentan y
hay pocos medios; lo hemos visto con Diana, la chica de Galicia, que se
ha hecho fenomenal, pero en otros casos no. Tampoco hay buena
coordinación”, denunciaba con amargura Isidro.
No eran las únicas familias de personas desaparecidas, que
se unieron a la búsqueda de Manuela. Allí también estaba Carmen, hermana
de Juan Antonio Gómez, desaparecido en Mijas (Málaga) hace más de seis
años, o Antonio, hermano de Ángeles Zurera, desaparecida en la localidad
cordobesa de Aguilar de la Frontera hace ocho años y medio.
Entre los voluntarios, también ganas de empezar: “hemos venido a ver si podemos ayudar”, explicaban.
Por fin, se formaron los 22 grupos de búsqueda. Cada guardia
civil jefe de grupo recibía de José Ángel Sánchez indicaciones en un
mapa sobre la zona asignada. Quince peinarían los cauces de los arroyos y
siete espacios rurales donde había casas, cobertizos, norias, pozos…
Estaban apoyados por 38 vehículos y un helicóptero de la
Guardia Civil. En la explanada quedaban 80 personas para la
coordinación, a cargo de tres hospitales de campaña, dos centros de
comunicaciones y un centro logístico por el que los voluntarios fueron
desfilando para recoger agua y un bocadillo.
El alcalde de Monesterio, Antonio Garrote, se mostraba
“sorprendido y agradecido” por la respuesta. Reconocía que iba a ser
tarea compleja encontrar algo, por el tiempo transcurrido, “pero aunque
no se encuentre nada será positivo, porque ayudará a descartar líneas de
investigación”.
Las zonas escogidas fueron barrancos y arroyos, así como el
pantano de Tentudía, donde se buscaba en las orillas y también en el
fondo, con grupos GEA de la Guardia Civil y el grupo de actividades
subacuáticas de Cruz Roja.
“En total se van a revisar 27 kilómetros lineales de cauce”,
indicaba José Ángel Sánchez, entre los que reconoció que había varios
‘puntos calientes’ que no quiso desvelar por pertenecer al secreto de la
investigación. “Nada aquí es improvisado, toda la zona ha sido
analizada, los cauces, pozos, construcciones, etcétera, para que la
búsqueda sea eficaz”.
Y es que Sánchez acumula una experiencia de 15 años en búsqueda en grandes áreas, con un 80% de resultados positivos.
Los grupos, de algo menos de una veintena de personas se
pusieron a la labor de manera minuciosa, revisando cada metro, y
enfrentándose a muchas dificultades por una zona muy agreste y plagada
de zarzas, donde era casi imposible penetrar. Buscaban apoyados por
perros especializados en detectar restos óseos “porque esa es la
hipótesis que manejamos”, reconoció el jefe del operativo.
Un grupo encuentra trozos de hueso en el fondo de un arroyo.
Inmediatamente llama al jefe de grupo, agente del Seprona. Éste toma
fotos y las envía al centro de mando. Tras unos minutos de
incertidumbre, se analizan las imágenes y resulta ser una falsa alarma y
el grupo continúa. Este episodio se repite durante toda la mañana, en
la que el móvil de José Ángel Sánchez no deja de sonar. “Es lo que hay
que hacer, no tocar y enviarnos las imágenes”, ratifica.
"No encontrar nada también es positivo"
A media mañana llega al centro de coordinación
Paco Lobatón, el popular periodista de Quién Sabe Dónde, y hoy
presidente de QSD Fundación Europea por las Personas Desaparecidas.
Tras ser informado por Sánchez sobre la evolución de los trabajos,
apunta que la búsqueda de Manuela “no es la primera operación que dirige
José Ángel, pero sí quizá una de las más significativas” y resalta la
colaboración que ha suscitado. “Este dispositivo suma colaboración,
profesionalidad y respeto por las competencias de cada cuerpo
implicado”, comenta, y agrega: “lo idóneo es empezar en las primeras
horas, pero no ha podido ser. En todo caso, es positivo que se actúe,
aunque estamos peleando porque cada municipio español disponga de un
sistema y un protocolo de búsqueda que pueda activarse de inmediato”.
Lobatón insiste en la idea ya expresada por el alcalde
monesteriense: “no encontrar nada también es positivo, porque permite
reorientar las investigaciones”. En este punto coincide con el jefe del
operativo: “pase lo que pase, hoy de aquí saldrá un trabajo muy
documentado de toda la zona, que servirá a la policía judicial en su
labor”.
Por su parte, el periodista agrega que lo que se está
haciendo “sirve para las investigaciones, sirve para que la familias
sepa que se está haciendo algo y sirve para que las familias de
desaparecidos compartan su experiencia y conocimientos. De hecho, los
familiares de las tres personas desaparecidas que hay hoy aquí son jefes
de grupo porque ya han participado en varias batidas como esta y saben
muy bien qué hacer”.
De nuevo, suena el móvil de José Ángel Sánchez, que antes de
atender ratifica lo dicho por el padre de Francisco Molina: “si
tuviésemos dispositivos ya preparados para cuando alguien desaparezca,
la búsqueda sería mucho más eficaz. Es necesario crear unidades de este
tipo, dada la gran cantidad de desaparecidos que hay cada año en
España”.