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domingo, 8 de noviembre de 2015

REAPARECE EN ITALIA ESPAÑOL DESAPARECIDO HACE 17 AÑOS Y DADO POR MUERTO EN BOE

  • El individuo mostró documentos que acreditan que es Carlos Sánchez Ortiz, un médico de Bilbao

  • Vivía como un ermitaño en una pequeña localidad de la Toscana

Un hombre que vivía como un ermitaño en un bosque de Scarlino, una pequeña localidad de la Toscana, en el centro de Italia, aseguró al mostrar algunos documentos que es el español Carlos Sánchez Ortiz de Salazar, de 46 años, desaparecido hace 17 años.
Ante la posibilidad de que se trate del español, la madre y el padre de Carlos Sánchez llegaron ayer a Italia para intentar localizarle, ha informado Antonio La Scala, director de la Asociación italiana Penelope, que da apoyo a las familias de desaparecidos y ha seguido este caso.
La Scala explicó que será una tarea difícil, ya que esta persona ha vuelto a desaparecer y desde hace 15 días no se tienen noticias sobre su paradero. El presidente de la asociación Penelope recibió ayer al matrimonio en el aeropuerto de Fiumicino de Roma y los trasladó a Scarlino, donde hoy acudirán a la zona en la que hace cerca un mes fue localizada la persona que se identificó como su hijo.
Un carné de la biblioteca y otro de la Facultad de Medicina de Sevilla de Carlos Sánchez Ortiz de Salazar pudieron ser fotografiados por las personas que encontraron a ese hombre en el bosque, y que publican medios de comunicación como el 'Corriere della Sera'. A través de Penelope y la asociación española SOS Desaparecidos se localizó a la familia.
17 años sin noticias
Carlos Sánchez Ortiz de Salazar, natural de Bilbao, se ausentó de su último domicilio en Cazalla de la Sierra (Sevilla) y no tenían noticias desde el 13 de abril de 1998, según consta en el Boletín Oficial del Estado español.
Sánchez Ortiz de Salazar, que se había licenciado como médico, desapareció de casa a los 26 años y, debido al tiempo que ha pasado, ha sido declarado oficialmente muerto.
El desconocido, que dice ser Carlos Sánchez, en los últimos tiempos vivió como un ermitaño en el bosque de la Maremma, en una zona que se asoma al mar entre cala Violina y Scarlino, donde se había construido un refugio con una tienda de campaña, según las personas que le vieron.
Tanto la Guardia Forestal como los vecinos del pueblo le habían visto en alguna ocasión merodeando por los alrededores desde hace unos seis años y lo describen como una persona tranquila, que no quería hablar.