Un nuevo incendio, presuntamente provocado, entra en varias casas vacías y en alguna nave, y fuerza la evacuación de seis localidades
Zamora ha entrado en un bucle dantesco y dramático de llamas, pueblos amenazados, desalojos y vidas en peligro. La provincia recibió este domingo, como una bofetada, la declaración de un nuevo incendio, casi al pie del que se originó una semana antes en Losacio y que calcinó más de 30.000 hectáreas. Pasadas las cinco de la tarde, los vecinos de Vegalatrave alertaron del inicio de un fuego que se propagó rápidamente por la zona y que, apenas cuatro horas más tarde, había obligado a desalojar seis localidades de la Tierra de Alba.
El fuego entró en tres viviendas vacías y en una nave de Losacio
La llegada de efectivos, tardía en el caso de los medios de la Junta, según testigos presenciales en la zona, no pudo evitar el avance, pero sí contribuyó a la defensa de Losacio y del resto de los pueblos. Allí se presentaron dos hidroaviones, otros dos bulldozer, dos carrocetas, una cuadrilla y más efectivos, junto a bomberos del consorcio provincial. También se dio aviso a la Unidad Militar de Emergencias, y es que, para entonces, el incendio ya había sido declarado de nivel 2 de peligrosidad.
A partir de ahí, el viento empujó una lengua de fuego hacia las zonas ya quemadas, con lo que su efecto se disipó, pero mandó otras rumbo a Olmillos, Losilla, Marquiz de Alba, San Pedro de las Cuevas y Navianos, que fueron progresivamente desalojados a medida que las llamas iban alcanzando los pueblos. También se cortaron varias vías como la ZA-902 o el camino asfaltado entre Muga de Alba y Losacio.
Incluso, la Junta puso en estado de alerta a La Encomienda, Manzanal del Barco, Carbajales de Alba, Santa Eufemia del Barco, Perilla de Castro y Montamarta, ante la posibilidad de que el viento trasladara el humo hacia los cascos urbanos. El aire sopló fuerte durante las horas más críticas del arranque del incendio, una circunstancia que dificultó las tareas de extinción y propagó el miedo por una comarca en un inevitable estado de nervios y lastrada por los cortes de luz y por los problemas de cobertura.
Esa desazón se vio acompañada por el cabreo visible que muchos vecinos tenían encima ante la certeza de que el incendio, esta vez, había sido provocado. Los grupos que miraban las llamas desde la salida de Muga de Alba apenas se sorprendieron al conocer que la Junta ya estaba investigando ayer mismo si la mano del hombre se hallaba detrás de la primera chispa.
Presuntamente provocado
Las pruebas parecen evidentes. El fuego se desató en una tarde soleada, sin que interviniera ningún factor meteorológico, por lo que todo apunta a que fue intencionado, según la propia Junta. Los vecinos consultados por este medio despacharon el dato con palabras imposibles de reproducir y con críticas para una gestión autonómica que tiene a parte de la población soliviantada.
En todo caso, bastante tenía la gente con gestionar la proximidad de un “infierno” visible desde muchos puntos de la provincia y particularmente nítido al ubicarse en las zonas altas o abiertas de municipios como Manzanal del Barco o Carbajales de Alba, también a las puertas del desastre.
En estos y otros lugares, la Junta, con apoyo de la Guardia Civil, previno a los vecinos de que podrían ser desalojados en cualquier momento, para lo que se dispusieron autobuses listos para partir hacia Ifeza. “Es muy arriesgado que sigan en sus pueblos”, advirtió anoche la delegada de la Junta en Zamora, Clara San Damián, quien recordó que “estos desalojos se realizan por emergencia sanitaria”, así como para facilitar el trabajo de los efectivos. El mensaje iba dirigido a los vecinos que deciden mantenerse en los pueblos para colaborar en las tareas de extinción. Muchos hicieron caso omiso a esta advertencia y se quedaron.
Obediencia a la Guardia Civil
Ante el cariz que tomaba la situación, San Damián pidió a los vecinos que obedecieran las órdenes de la Guardia Civil a la hora del desalojo y que siguieran las indicaciones de los agentes para evacuar los pueblos. La delegada se mostró comprensiva con “la buena voluntad que puedan tener los ciudadanos”, aunque se mantuvo firme en sus reclamaciones.
Con toda esa cuestión como telón de fondo, la noche cayó con el incendio activo y en nivel 2, pero con la esperanza centrada en la amplia presencia de medios de extinción y en la presumible llegada de refuerzos. La otra cara de esa moneda se hallaba en un viento que se esperaba fuerte a lo largo de otra madrugada interminable.