En el inmueble se estaban acometiendo obras de rehabilitación porque ya se conocía el mal estado de algunos pilares
Dos obreros llamaron a la puerta de la casa de Gema Ruiz, en la quinta planta, pasadas las siete de la tarde. «Me dijeron que estaban desalojando el edificio y que tenía que bajar inmediatamente. Ha sido un susto tremendo porque pasó todo muy rápido pero por suerte estamos bien. Luego nos han explicado las causas», cuenta. El problema estructural del número 13 de la céntrica calle santanderina Isabel II, que motivó este jueves por la tarde el desalojo inmediato de 21 vecinos, viene de lejos.Han pasado más de dos años de las obras de rehabilitación de uno de los bajos que hoy alberga una tienda de telefonía. Una intervención que alumbró importantes deficiencias estructurales que afectaban, principalmente, a varios pilares, lo que llevó al Ayuntamiento de Santander a requerir una intervención de rehabilitación a la comunidad mediante un expediente administrativo. Y ayer, en el transcurso de esas obras de rehabilitación, el arquitecto encargado, Joaquín Calonge, advirtió que el deterioro de uno de los referidos pilares era mucho más avanzado de lo esperado.
«Los daños ya eran conocidos por los vecinos, pero lo que han visto este jueves es que estaban más severos de lo que temían», aclaró la alcaldesa de la capital, Gema Igual, quien congregó en el Ayuntamiento –a pocos metros del edificio– a todos los afectados para informarles sobre lo sucedido y ofrecer la pernoctación en el hotel Silken Coliseum, algo que finalmente aceptaron cuatro de los 21 afectados.
Criterio de prudencia
En la calle el tráficoha quedado cortado en toda la manzana, desde Lealtad hasta la propia Isabel II, y la misma plaza del Consistorio fue acordonada ante el peligro de colapso. «No es que tenga que existir un peligro de derrumbe, pero desde luego que en estos casos debemos tomar las precauciones debidas porque hasta conocer el verdadero alcance de los daños conviene ser prudentes», advirtió el primer teniente de alcalde, César Díaz. Los bomberos y los servicios municipales de arquitectura van a trabajar toda la noche para afianzar los pilares dañados, especialmente el que parece haber sufrido un envejecimiento más agudo, que podría comprometer la estabilidad del inmueble. «Es, en concreto, uno que se encuentra en el entresuelo que da a la calle San Francisco, pero que no está en la fachada, sino que se encuentra unos metros hacia el interior del edificio», aclaró Díaz.El edificio cuenta con planta baja, entreplanta y ocho pisos y, tal y como informaron fuentes del Consistorio, alrededor de 10 viviendas están habitadas porque otros muchos espacios corresponden a oficinas, un despacho de abogado y otro tipo de locales comerciales.
«Un gran susto»
Minutos después de ser desalojados, algunos vecinos permanecían en la sala de la planta baja del edificio del ayuntamiento reponiéndose del susto. Los servicios sociales acudieron para atender las necesidades de todos ellos y una de las más ancianas solicitó que le recogieran las medicinas que no tuvo tiempo de coger de su casa cuando abandonó su vivienda.«Yo estaba atendiendo a una clienta en mi consulta ginecológica y he tenido que salir corriendo con la paciente porque no nos han dado tiempo a nada», contó Anastasia Rornak, que tiene su negocio en el primer piso.
El suceso ocurrido este jueves por la tarde despertó los fantasmas del derrumbe ocurrido hace más de tres años en el número 57 de la calle Sol. Entonces, las obras en uno de los bajos causaron un colapso de parte de la estructura.