La segunda madrugada de la borrasca Nicki en
Galicia se hizo notar, sobre todo, en el mar. Aunque las lluvias
inundaron todo el mapa, fueron las localidades costeras las que
sufrieron las consecuencias de los fuertes vientos, que propiciaron que,
aunque la flota durmió amarrada, tanto bateas como embarcaciones se
soltaran de sus amarres y navegaran a la deriva.
En Vilagarcía, los vecinos de Carril se
despertaron con una batea varada en el paseo marítimo. Los más
madrugadores hasta espabilaron para coger los mejillones que habían
sobrevivido al temporal pegados a la madera. El servicio de emergencias
de Vilagarcía tenía previsto desmontar la estructura. Aunque de mañana
la marea estaba baja, «cuando suba, la batea quedará flotando y se
empotrará contra el paseo marítimo, y puede provocar daños», decía ayer
Guillán Busto, jefe del servicio. Entre la tarde y la noche del viernes,
otras dos bateas quedaron a la deriva en los polígonos de A Illa.
Más al norte, un velero de diez metros de eslora
encalló en la playa de Cedeira. La intensa lluvia anegó la avenida de
Esteiro, en Ferrol, y obligó a circular por un solo carril. En Fene se
derrumbó parte de un terraplén y una carretera de Barallobre quedó
inutilizada.
El litoral gallego continuará en alerta naranja
por mar de fondo, con olas de entre cinco y siete metros de altura. El
viento soplará con mayor intensidad en la franja costera del noroeste y
en zonas altas. La comunidad continuará sintiendo el efecto de las bajas
presiones del Atlántico norte. Las temperaturas no experimentarán
cambios notables y se registrarán chubascos localmente moderados.
Sigue la alerta naranja en el mar, pero las lluvias serán más moderadas.