La psicóloga Amaya Terrón recomienda que cada persona adapte este festejo a sus circunstancias personales
El 80 por ciento de la población sufrirá síntomas de ansiedad, estrés o melancolía a lo largo de las fiestas de Navidad, por este motivo, la psicóloga Amaya Terrón recomienda que cada persona adapte este festejo a sus circunstancias personales.
Si, por el contrario, la persona no puede pasar estas fiestas cerca de sus familiares y amigos, Terrón recomienda utilizar las tecnologías para conectarte con los seres queridos y recordar que las cosas no siempre suceden cuando se quiere.
"Quizá no podamos celebrar la Navidad el 25 de diciembre, pero podemos pensar que este año nos las han aplazado y las celebraremos cuando sea nuestro momento", señala. Terrón apuesta también por buscar momentos especiales en el lugar de residencia actual y no encerrarse ni aislarse, "pues siempre habrá alguien con quien festejar".
Puede darse el caso de que haya algún problema familiar, entonces, esta experta recomienda llegar a un acuerdo. "Más vale un mal acuerdo que unas malas navidades", apostilla.
Por otro lado, a consecuencia de la situación económica actual, muchas personas no podrán realizar muchos gastos, sin embargo, esta experta recuerda que la felicidad no se asocia con la cantidad y calidad de regalos que se recibe y, de esta forma, insta a que cada individuo busque maneras de disfrutar sin gastar dinero.
En este sentido, pone como ejemplo un paseo por las calles para ver la decoración navideña o una tarde en el sofá de casa rodeados de la familia, que son "momentos especiales de reunión que no implican aflojar el bolsillo".
Disfrutar de los pequeños detalles
La melancolía, estrés, ansiedad o depresión también pueden aparecer por tener que cumplir con toda la familia o acertar con los regalos. Las personas que suelen hacer autobalances a final de año, en ocasiones, derivan en frustración. Se trata de "expectativas irreales sobre lo que debemos hacer y cómo debemos sentirnos en estas fechas", añade.
"Por supuesto que unas expectativas altas nos motivan, pero si se convierten en irreales nos frustran. A más comparación, más presión, a más presión más obligación y a más obligación más insatisfacción. Por lo tanto, cuando podríamos ser perfectamente felices nos generamos una tensión innecesaria que nos hace sufrir y nos aleja de la felicidad y de los demás", argumenta.
Para esta experta, "todos" tienen motivos para estar felices y si no se encuentran es porque "no han sido lo suficientemente pensados". "Los motivos para estar alegres no tienen que ser grandes, sino que se puede disfrutar de los más pequeños detalles", añade.
Pese a que a veces hay más motivos para estar preocupados que para estar alegres, "es una mala estrategia centrarse las 24 horas del día en los disgustos y no permitirnos de esta forma disfrutar las alegrías, cuanto más tiempo dedicamos a estar tristes menos nos queda para estar alegres", explica.
Innovar y hacer lo que realmente le apetezca a uno, adaptándose a sus necesidades particulares, "es la mejor medicina para combatir la depresión, la melancolía y el malestar", concluye.