- Una falla de 300 kilómetros que atraviesa la región provoca los seísmos
- «Son temblores débiles y muy profundos que los ciudadanos no perciben», explicó el geólogo Carlos López en una charla de la Semana de la Ciencia
López pertenece al grupo de investigación Geocantábrica, que coordina el director del Departamento de Geología de la institución académica, Sergio Llana Fúnez, y que lleva más de un año estudiando la que bautizaron como Falla de Ventaniella. La fractura, explicó López, nace en el mar Cantábrico, frente a las costas de Navia y Luarca, desde donde discurre en dirección Este hasta llegar a Avilés. A continuación atraviesa la región para salir hacia León por el puerto de Ventaniella, en el concejo de Ponga.
«Se trata de una falla muy grande para nuestro contexto», indicó el geólogo, quien tranquilizó a los asistentes aseverando que esta brecha no produce grandes terremotos, como los vividos hace unos días en Italia. «Son seísmos débiles que, además, se producen a una gran profundidad, de entre diez y veinte kilómetros la mayoría. Esto es algo que tampoco suele ser habitual», apuntó el conferenciante. Los investigadores disponen de equipos detectores de actividad sísmica cedidos por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas que visitan con periodicidad para descargar los datos recogidos. «Tenemos una decena de equipos que cubren una zona muy pequeña. Están ubicados en Amieva, Caso, Infiesto, Aller, Boñar (León) y Portilla de la Reina (León), entre otras localizaciones», indicó el geólogo. El suyo, aseveró, es un estudio pionero en España, pues «nunca se estudió una falla con tanto detalle».
Edificios sismorresistentes
Por el momento, el objetivo del estudio es conocer cómo se
mueve una fractura geológica tan grande y cómo produce los temblores.
«Es muy pronto para saber si se trata de una falla peligrosa para
Asturias, aunque en principio no lo parece», señaló López. Una de las
aplicaciones que en un futuro podría tener sus estudios, agregó, estaría
relacionada con el diseño de edificios sismorresistentes -edificaciones
capaces de soportar terremotos-, algo que interesa sobremanera en el
suroccidente asturiano. «Allí sí que existe la posibilidad de que se
produzcan terremotos cuya magnitud supere los 3,5 grados en la Escala de
Richter. Estos ya son perceptibles, al igual que los que tienen lugar
en Galicia, más potentes y que también pueden llegar hasta Asturias»,
explicó el geólogo.Durante su disertación, López también hizo un repaso por algunos de los mayores terremotos de la historia asturiana. Recordó, por ejemplo, uno acontecido en 1950 con epicentro en Teverga. «Alcanzó 4,6 grados de magnitud y es el mayor del que se tiene constancia desde que disponemos de instrumentos de medición, hace aproximadamente un siglo», relató. Sin embargo, continuó, hubo temblores mayores en el pasado que quedaron registrados, principalmente, en las hojas parroquiales debido a los desperfectos que provocaban en campanarios y otras estructuras. «Tenemos constancia de terremotos importantes en Gijón, Cangas del Narcea y Tineo, por ejemplo, a lo largo del siglo XIX y también hay varios registros eclesiásticos que hablan de un importante evento sísmico en Avilés en el año 1522», señaló.
Bajo la mesa
Para terminar, el geólogo quiso recordar al público algunas
de las principales recomendaciones en caso de terremoto. «Lo primero que
debemos hacer es meternos bajo una mesa o una cama para evitar que nos
caigan encima objetos y, en cuanto el temblor cese, salir a un espacio
abierto, evitando caminar cerca de edificios, sobre todo si están
dañados, pues habrá réplicas. La mayor parte de víctimas mortales por
terremotos se producen por la caída de objetos o cascotes», indicó. En
caso de encontrarse en un espacio público como un teatro o un estadio,
agregó, «lo mejor es agacharse y cubrirse la cabeza con los brazos, pues
si intentamos salir podemos fallecer en medio de una avalancha humana».
Y si residimos en una ciudad con mar es primordial alejarse de la costa
para evitar ser alcanzados por un posible tsunami.