El ganadero de Vilasantar que huyó de la Guardia Civil reaparece en un centro benéfico de la capital cántabra
«Sí, está aquí, pero no te puedo dar más información». El centro Reto de Santander
confirmó ayer a este periódico lo que ya comenzaba a circular durante
los últimos días en el entorno de la familia de Manuel Suárez. Este
ganadero de Vilasantar está sano después de cuatro meses sin dar señales de vida desde su huida el 20 de enero.
Acaban así las incógnitas sobre su paradero aunque se abren otras muchas sobre cómo sobrevivió desde que se echó al monte aquel día de invierno huyendo de la Guardia Civil.
Desde el centro benéfico han declinado ofrecer más datos sobre el
estado de Manuel, pero el entorno de la familia asegura que allí se ha
recuperado tras aparecer muy demacrado por las calles de Santander.
Según ha trascendido, tras salvar las primeras noches
durmiendo en los escondites que utilizaba para defender a su ganado de
ataques de lobos, Manuel acabó en Cantabria realizando algunos tramos del Camino de Santiago en sentido contrario. «En una granja de Abadín le dieron ropa y comida», explica una fuente próxima a la familia de Suárez.
También la noticia era ya conocida en los juzgados de Betanzos,
donde se le retiró la custodia de la explotación ganadera y se le
abrieron diligencias por su enfrentamiento con varios agentes de la
Guardia Civil. Precisamente su huida por los montes de Vilasantar se
produjo justo después de pelearse con estos, hiriendo incluso a un
agente, cuando le intentaban apartar para que no obstaculizase a los
técnicos de la Xunta que se llevaban a parte de sus vacas, muy
descuidadas por este ganadero del lugar de Cezar.
Esa colisión con la autoridad le convirtió en
fugitivo, por eso no hubo búsqueda coordinada desde la Administración,
solo unas pocas jornadas. Posteriormente, la familia organizaba
incursiones esporádicas y el BNG local llegó a pedir en una moción que
se activase la búsqueda de Manuel, de 48 años y tercero de cuatro
hermanos. Pero desde la Delegación del Gobierno se insistía en su
condición de fugitivo.
Obsesión por las vacas
Obsesión por las vacas
El origen de la fuga de Manuel está en su obsesión por las vacas,
por acumular una cada vez mayor, reses y reses que desbordaban su
economía y su horario. Su granja estaba prevista para 24 vacas, y llegó a
gestionar más de 100. El desastre no tardó en llegar. Las que no morían
se revolvían sobre sus propios excrementos, y a falta de alimento,
algunas pastaban de noche por fincas vecinas con el consiguiente riesgo
para el tráfico. En agosto del año pasado, el Seprona
le imputó un delito de maltrato animal, pero la situación no se
corrigió. Por esa época, la Xunta retiró de la granja de Cezar unas
cuarenta vacas muertas.
En las instrucciones del caso, el juez se hace eco de
las apreciaciones del forense que exploró a Manuel Suárez, «con una
posible sintomatología psíquica del tipo ideación delirante de perjuicio
y de conspiración para sacarle su ganado». Al juzgado de Betanzos
deberá regresar en breve para dar cuenta de lo ocurrido aquel 20 de
enero además de evaluar de nuevo su estado psíquico actual tras la dura
experiencia de caminar huido y sin rumbo fijo durante cientos de
kilómetros. «Din que Manuel xa non quere saber nada das súas vacas», comenta uno de los vecinos de Cezar.