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jueves, 14 de julio de 2022

LOS INCENDIOS DE PORTUGAL ALCANZAN LA FRONTERA Y SIGUEN ACTIVOS LOS DE OURENSE

La ola de fuegos que sufre Portugal llega hasta Caminha y Valença 

En Ourense siguen activos tres focos

La ola de calor no persiste, pero el cielo dejó de estar azul la mañana de ayer en el área de Vigo. Sobre la ría se asentó desde primera hora una neblina ocre, como la que suele venir con la llegada del aire sahariano que estos días está llevando los termómetros a valores inéditos. Sin embargo, hacia el mediodía en el ambiente enturbiado comenzó a flotar el inconfundible olor a incendio forestal.

Los servicios de emergencias de la zona, en cambio, no tenían noticias de fuego alguno. Hasta horas más tarde, en O Hío primero y en Tomiño después, no se registraron pequeño conatos que fueron solventados con rapidez, así que tocaba mirar hacia el sur, donde el país vecino comenzaba a combatir su fantasma de casi todos los veranos. Y en efecto, a la misma Raia, a las localidades de Caminha y Valença, llegó al mediodía la ola incendiaria que afecta desde hace un par de jornadas al centro y al sur de Portugal. En la frontera interior, en la Serra do Gerês, también se inició otro foco.

Según informa la Protección Civil portuguesa, esta madrugada se ha extinguido uno de esos tres incendios, el de Valença. Trabajaron en ello 19 agentes y ocho motobombas. El de Caminha sigue activo, aunque "en fase de resolución" y afecta a una zona, Vilar de Mouros, con abundantes núcleos de población. Las autoridades locales han reconocido que se pasó "una noche de sobresalto" debido a que las llamas se reavivaban junto a las casas. Se han movilizado a 43 operarios, 12 motobombas y un hidroavión.

En cuanto al del parque natural fronterizo, en Ponte da Barca, trabajan 44 efectivos, 14 motobombas y dos aviones. Las autoridades lusas no ofrecen estimaciones de hectáreas quemadas de estos frentes. 

"El día más grave"

Estos fuegos se dan en un contexto en el que Portugal enfrenta hoy su "día más grave" en su lucha contra los incendios, por el aumento de las temperaturas y el viento, advirtió esta mañana el primer ministro, António Costa, quien anunció la extensión del estado de contingencia en el país hasta el próximo domingo. "Hoy es el día más grave por el aumento de las temperaturas, el viento y la baja humedad", dijo Costa. "Hoy es el día que necesitamos más cuidado".

En el conjunto de Portugal, hasta ayer, cerca de 700 personas habían sido evacuadas por el avance del fuego. Los evacuados, 669 personas del centro y sur portugués, comenzarán a regresar progresivamente a sus hogares, pero "es un proceso largo", admitió Andre Fernandes, comandante de Emergencia Nacional y Protección Civil.

Las llamas, informa Efe, han alcanzado más de treinta viviendas y granjas en los alrededores de Leiria (centro de Portugal) y han dejado 41 heridos, aunque solo dos de ellos de gravedad, apuntó Fernandes. La policía investiga el hallazgo del cuerpo carbonizado de una mujer en un pequeño fuego rural en las proximidades de Aveiro cerca de Oporto, distante de la zona roja de incendios y que, según las conclusiones iniciales, se debería a un accidente. 

Del lado gallego, de momento lo peor se concentra en Ourense, la zona cero de la ola de calor. Desde el lunes, los datos oficiales arrojan un total de 160 hectáreas calcinadas en cuatro fuegos distintos. Ayer, las llamas llegaron a 20 metros de las casas en las parraquias de Vilaverde y Barcia, en el concello de Melón.

En la comarca de O Ribeiro este mediodía ha quedado extinguido el primero de los incendios declarados EN Melón, que ha calcinado 35 hectáreas (17 arboladas y 18 de monte raso). Siguen activos otro en ese mismo municipio, que ha quemado 50 hectáreas, y otro en Ribadavia, hasta ahora el que más extensión ha arrasado: 65 hectáreas.

Otra de las zonas con riesgo extremo de calor, la comarca de Valdeorras, también sufre otro incendio, en el concello de Vilarmarín. Aunque la Consellería de Medio Rurla todavía no ofrece datos, anoche se estimaba que ya había afectado a 10 hectáreas. Este fuego, como el de Ribadavia, obligó a cortar una carretera para permitir que los efectivos de extinción pudiesen operar con mayor comodidad.