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martes, 12 de agosto de 2014

DESMAYOS Y PANICO EN EL TREN ASTURIANO XIRINGÜELU

El convoy con destino a Avilés y Gijón estuvo más de dos horas parado y cerrado, con algunos viajeros desmayados y otros presa del pánico
"No sabría describir la cantidad de gente que había en el vagón. Fue muy agobiante porque no me podía ni mover". Así vivió la avilesina Meritxel Turrado la vuelta a casa en tren después de la romería del Xiringüelu, en Pravia. Turrado era una de las pasajeras del convoy con destino a Avilés y Gijón que fue desalojado por la Guardia Civil tras permanecer parado y cerrado a cal y canto cerca de Santiago del Monte durante dos horas, después de que el freno de emergencia fuese activado. Fue necesaria la intervención de los sanitarios a pie de vía para atender a varias personas con desmayos y ataques de ansiedad, y una joven fue trasladada al hospital San Agustín de Avilés.

 Según Renfe, se trata de un asunto de orden público y vandalismo: uno de los usuarios activó en varias ocasiones el freno de emergencia, lo que imposibilitó mover el convoy hasta que los técnicos comprobaron que se encontraba en condiciones óptimas para continuar la ruta. Además, la compañía manifiesta que varios pasajeros hicieron saltar las alarmas y amenazaron a los trabajadores del ferrocarril.
El tren de las 21.30 horas partió de Pravia con los vagones llenos. Tras pasar dos estaciones, se paró en seco durante media hora: "La gente empezó a encontrarse mal porque no podía respirar y estaba mareada. Había dos chicas tiradas en el suelo, aunque yo no las podía ni ver", relata Turrado, quien cree que la persona que activó el freno lo hizo debido a la sensación de agobio que había en el vagón. En ese momento, las puertas del convoy estaban cerradas con toda la gente dentro. "Entraron en un círculo de agobio imposible", detalla.
Al cabo de treinta minutos, el tren inició de nuevo la marcha, pero a la altura de Santiago del Monte volvió a frenar. "Estábamos en medio de la nada con todo cerrado y la gente se empezó a poner nerviosa, había unas chicas llorando y pidiendo agua", apunta Jacobo Jiménez. El joven de Avilés vivió con tranquilidad el suceso, ya que estuvo presente en el Madrid Arena y "aquello era mucho peor", sentencia.
En la segunda parada, los usuarios pudieron salir al exterior. "Primero sacaron a la gente que estaba peor y luego fuimos saliendo todos, me ayudaron los del SAMU porque no podía ni moverme, pero nadie, ni la Guardia Civil, nos explicó qué pasaba", comenta Turrado.
Como no sabían si podrían volver a entrar en el tren, muchos jóvenes comenzaron a hacer autostop, como Jiménez y sus amigos. "Anduvimos por la carretera nacional, pero al final dimos la vuelta y una hora más tarde aún seguía la gente allí", señala el joven. Al poco tiempo, el tren reinició el trayecto con normalidad, aunque muchos de los pasajeros ya se habían marchado por sus propios medios. Jiménez llegó a la una de la madrugada a su casa.  
La parada del tren también afectó al último convoy que salió de Pravia con el mismo destino. Vega Pérez estaba allí. "Paramos en la estación de Soto del Barco dos horas por lo menos; como iba mucha gente, algunos se bajaron a vomitar y otros estaban tirados fuera". Dos horas después, los pasajeros del convoy fueron enviados a casa en un autobús.
Pese a las explicaciones de la compañía ferroviaria, los usuarios culpan a Renfe de un exceso de pasaje. "El problema estuvo en el peso, iba por encima de su capacidad totalmente, cada vez se metía más gente y hasta un revisor se tuvo que poner a coger los tiques porque las máquinas no daban abasto", asegura Turrado. Una impresión que comparte Jiménez: "Cuando llegamos a Avilés nos dijeron que alguien había tirado del freno. Es una gracia, pero no creo que hagan falta cuatro horas para arreglarlo".