El convoy con destino a Avilés y Gijón estuvo
más de dos horas parado y cerrado, con algunos viajeros desmayados y
otros presa del pánico
"No sabría describir la cantidad de gente
que había en el vagón. Fue muy agobiante porque no me podía ni mover".
Así vivió la avilesina Meritxel Turrado la vuelta a casa en tren después
de la romería del Xiringüelu, en Pravia. Turrado era una de las
pasajeras del convoy con destino a Avilés y Gijón que fue desalojado por
la Guardia Civil tras permanecer parado y cerrado a cal y canto cerca
de Santiago del Monte durante dos horas, después de que el freno de
emergencia fuese activado. Fue necesaria la intervención de los
sanitarios a pie de vía para atender a varias personas con desmayos y
ataques de ansiedad, y una joven fue trasladada al hospital San Agustín
de Avilés.
Según Renfe, se trata de un asunto de
orden público y vandalismo: uno de los usuarios activó en varias
ocasiones el freno de emergencia, lo que imposibilitó mover el convoy
hasta que los técnicos comprobaron que se encontraba en condiciones
óptimas para continuar la ruta. Además, la compañía manifiesta que
varios pasajeros hicieron saltar las alarmas y amenazaron a los
trabajadores del ferrocarril.
El tren de las 21.30 horas partió
de Pravia con los vagones llenos. Tras pasar dos estaciones, se paró en
seco durante media hora: "La gente empezó a encontrarse mal porque no
podía respirar y estaba mareada. Había dos chicas tiradas en el suelo,
aunque yo no las podía ni ver", relata Turrado, quien cree que la
persona que activó el freno lo hizo debido a la sensación de agobio que
había en el vagón. En ese momento, las puertas del convoy estaban
cerradas con toda la gente dentro. "Entraron en un círculo de agobio
imposible", detalla.
Al cabo de treinta minutos, el tren inició
de nuevo la marcha, pero a la altura de Santiago del Monte volvió a
frenar. "Estábamos en medio de la nada con todo cerrado y la gente se
empezó a poner nerviosa, había unas chicas llorando y pidiendo agua",
apunta Jacobo Jiménez. El joven de Avilés vivió con tranquilidad el
suceso, ya que estuvo presente en el Madrid Arena y "aquello era mucho
peor", sentencia.
En la segunda parada, los usuarios pudieron
salir al exterior. "Primero sacaron a la gente que estaba peor y luego
fuimos saliendo todos, me ayudaron los del SAMU porque no podía ni
moverme, pero nadie, ni la Guardia Civil, nos explicó qué pasaba",
comenta Turrado.
Como no sabían si podrían volver a entrar en el
tren, muchos jóvenes comenzaron a hacer autostop, como Jiménez y sus
amigos. "Anduvimos por la carretera nacional, pero al final dimos la
vuelta y una hora más tarde aún seguía la gente allí", señala el joven.
Al poco tiempo, el tren reinició el trayecto con normalidad, aunque
muchos de los pasajeros ya se habían marchado por sus propios medios.
Jiménez llegó a la una de la madrugada a su casa.
La parada del tren también afectó al
último convoy que salió de Pravia con el mismo destino. Vega Pérez
estaba allí. "Paramos en la estación de Soto del Barco dos horas por lo
menos; como iba mucha gente, algunos se bajaron a vomitar y otros
estaban tirados fuera". Dos horas después, los pasajeros del convoy
fueron enviados a casa en un autobús.
Pese a las explicaciones
de la compañía ferroviaria, los usuarios culpan a Renfe de un exceso de
pasaje. "El problema estuvo en el peso, iba por encima de su capacidad
totalmente, cada vez se metía más gente y hasta un revisor se tuvo que
poner a coger los tiques porque las máquinas no daban abasto", asegura
Turrado. Una impresión que comparte Jiménez: "Cuando llegamos a Avilés
nos dijeron que alguien había tirado del freno. Es una gracia, pero no
creo que hagan falta cuatro horas para arreglarlo".


